Funny games (2007)

Michael Haneke es un cineasta provocador que no deja indiferente, se le ama o se le odia película a película; no obstante se le debe agradecer esas ganas de “provocar algo” – aunque sea la náusea – en sintonía con otros directores-autores en peligro de extinción como Takeshi Miike – con films como Ichi The Killer excepcional, hipnótica y enfermiza o la sosísima Audition – o Gaspar Noé – y sus dos obras maestras absolutas Solo contra todos e Irreversible -.

Pero Haneke, tal vez endiosado – porque el endiosamiento es la enfermedad del artista – se ha pasado de rosca con Funny games u.s. (2008) que no es más que un corta y pega de su original Funny games (1997)

La palabra remake de por sí ya suena a engañabobos, a algo sucio y adulterado, a sonrisa de político o a chupachups de pederasta a las puertas del colegio; y cuando se copia plano por plano ya es tomadura de pelo.

Le pasó a Gus Van Sant – ¿¿de verdad es el mismo que dirigió Mi Idaho privado?? – con su infumable, absurdo y horrible remake de 1998 del Psicosis de Hitchcock.

¿Qué lleva al magnífico director de La pianista a realizar un remake calcado de su propia película? ¿El dar a conocer su obra a un público mayoritario analfabeto?, ¿el dólar de la major proxeneta?, ¿o su propio desierto creativo? Sea lo que sea Haneke muere con esta birria.

El remake es un tema complejo y polémico. Los más puristas dicen que hacer una nueva versión de una película ya rodada es querer reescribir el Quijote o repintar la Mona Lisa.

Se hicieron remakes de películas mudas en blanco y negro que ganaron sonido y color como Los diez mandamientos o Ben-Hur; se han hecho diferentes adaptaciones cinematográficas de un mismo texto como ha sucedido mil veces con Shakespeare, con The Body Snatchers de Jack Finney – que generó las excelentes La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel y La invasión de los ultracuerpos de Philip Kaufman – o con la obra teatral The Front Page de Ben Hecht y Charles MacArthur – de la que surgieron dos obras maestras como Luna Nueva de Howard Hawks y Primera Plana de Billy Wilder -; en todas ellas se aprecia una aportación real, una visión distinta, crítica y magistral por lo que no deberían ser consideradas remakes sino adaptaciones de una misma obra de partida.

Todo lo contrario ocurre cuando el remake es la excusa barata para ganar dinero y la creatividad brilla por su ausencia como en Tienes un e-mail copia acaramela y tonta de El bazar de las sorpresas de Lubitsch; Algo para recordar réplica de la sublime Tú y yo de Leo McCarey o la innecesaria El planeta de los simios de Tim Burton.En estos casos flagrantes de mediocridad es posible hasta que el remake guste – más por desconocimiento del original que por otra cosa – y eso mismo ocurrirá con Funny Games u.s.; sin embargo no deja de ser un atentado al cine que no hace trampas y un anzuelo que se ríe de la ignorancia del espectador que pica en él.
publicado por Francisco Menchón el 8 octubre, 2008

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