Muerte de un Presidente

El mockumentary – del inglés mock, burla – es un género extraño, desconocido y absolutamente seductor que trata la ficción con lenguaje documental. El falso documental engaña, advierte, ironiza y reflexiona con una crítica devastadora que despedaza la realidad que se nos ofrece.

Queda claro, el falso documental no es sólo un arma crítica envidiable, su valor va mucho más allá pues nos advierte de la falta de veracidad en todo lo que el hombre toca… ¿cuánto de mockumentary, de falso, de manipulado hay en un telediario o en cualquier medio de comunicación?

Forgotten silver, la verdadera obra maestra de Peter Jackson, Fraude de Orson Welles o Zelig de Woody Allen, son algunos de los mejores ejemplos; memorable es la absolutamente imprescindible El otro lado de la luna.

Muerte de un presidente recrea la muerte de George W. Bush y lanza un órdago a la censura. JFK,  la soberbia película de Oliver Stone era un “tour de force” arrollador que desvelaba los intereses ocultos en la muerte de los Kennedy. Sin embargo la osadía del mockumentary sobre Bush no tiene límites y se atreve a matar a un presidente en activo. Se llama libertad de expresión y es un derecho inalienable que en este país de cazurros deja mucho que desear… ¿o alguien se imagina un falso documental donde ironicemos sobre la Corona, las salidas nocturnas del rey en moto o la endogamia pánfila que arrastran?

Muerte de un presidente habla de la teoría de la infalibilidad de los que tienen el poder; jamás reconocerán un error, les interesa desinformar, seguir mintiendo y morirán en ésas. También de mentiras y manipulación saben mucho los políticos españoles capaces de transformar una debacle ecológica en una madeja de hilillos, de firmar sentencias de muerte y seguir gobernando o de buscar armas de destrucción masiva y ser cómplices de genocidio y estar fuera de la cárcel dando conferencias.

Muerte de un presidente es cine crepuscular del 11-S, su último ataque, su última consecuencia y su último estertor. Se abrió la veda – sólo cuento la excelencia – con Dogville de Lars Von Trier, después llegó Fahrenheit 9/11 el fabuloso documental de Michael Moore, El mundo según Bush y la incomprendida y definitivamente magistral y demoledora El bosque de M. Night Shyamalan; hubo un giro hacia lo humano en dos de las últimas obras maestras que ha dado el cine, United 93 de Paul Greengrass y El viento que agita la cebada de Ken Loach y esta Muerte de un presidente ejecuta al teleñeco del Capitalismo global.

Lástima que sólo sea ficción.
publicado por Francisco Menchón el 7 octubre, 2008

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