Reflejos
No parece claro que la renovación del terror como género cinematográfico pase por las manos de Alexandre Ajá. Las colinas tienen ojos, el remake del clásico de Wes Craven, encaramó al cineasta galo a un trono efímero del que se acaba de bajar a la luz de esta mediocre adaptación de la cinta norcoreana El otro lado del espejo.(Into the mirror, Kim Sun-Ho)Su blockbuster de otoño no cuaja porque está (básicamente) mal escrito. Tampoco tenía un guión portentoso la cinta de Craven, pero Ajá amañó el tono crepuscular y descuidado e introdujo un vigoroso sentido del ritmo, una trepidante forma de filmar y, ante todo, un desparpajo visual del que ahora se ha desprendido. Quizá le ha venido grande el maisntream americano. El guión, turbio, traiciona algunos patrones del género pretendidamente resucitable y cae en la trampa de la rutina, de los giros previsibles y de la resolución grandilocuente (sí, el final, a pesar de todo lo malo que sucede antes, es lo mejor del film). Si en algún momento logra perturbar al atribulado espectador que ve le cae encima una más de terror asiático pasado por la turmix del Hollywood más caníbal es por la habilidad de Ajá en crear entornos densos y plásticamente impecables.Lo mejor: Kiefer. Será que echo en falta más temporadas de 24
Lo peor: Que es previsible, plana, pobre, escasamente remarcable por casi nada. Y que viene de Ajá, que hizo la más que recomendable Las colinas tienen ojos...