El patio de mi cárcel
Volvemos a estar como hace un año. A punto de comenzar el último trimestre del año, la calidad de las producciones españolas estrenadas a lo largo de este 2008 deja bastante que desear. Pocas películas han conseguido destacar -la que más, la espléndida Casual Day-, y la esperanza de nuestro cine para salvar la temporada reside en las apuestas más fuertes, reservadas siempre para los últimos meses del año.
En 2007 funcionó con la llegada de los mejores títulos del año, como Las 13 Rosas, Mataharis u Oviedo Express, pero aún nos queda la incógnita de qué sucederá este año. Una de las primeras películas de esta temporada alta es El Patio de mi Cárcel, primer largometraje de ficción de Belén Macías que pretende denunciar la situación de las cárceles de mujeres a mediados y finales de los años ochenta a través de un grupo de presas que formaron una compañía teatral. La cinta inicia con un tono muy duro que deja al espectador sin capacidad de reacción, aunque a medida que transcurren los minutos la directora va suavizando notablemente el discurso llegando incluso a un tono excesivamente sensiblero para provocar la lágrima fácil. Sorprendentemente, Belén Macías carga especialmente las tintas en las relaciones entre los personajes, dejando en un discreto segundo plano la problemática de la situación carcelaria y la creación de la compañía teatral. Narrativamente, el film es un absoluto caos, ya que se mezclan distintos marcos temporales sin ni siquiera avisar al público de los sucesivos saltos. Los personajes no pasan de ser meros arquetipos, como el de Maria Pau Pigem, cuya transformación es asombrosa e inexplicable, aunque la palma se la lleva el interpretado por Candela Peña, estupenda actriz atrapada en un papel plano, sin desarrollo ni recorrido emocional alguno. Sólo Ana Wagener, y sobre todo esa roba escenas que es Natalia Mateo, consiguen destacar de entre el grupo de actrices.
El Patio de mi Cárcel enmascarada bajo la forma de cine de denuncia y concienciación social, no es más que un melodrama sensiblero del que sólo se puede rescatar el trabajo de Natalia Mateo.