El patio de mi cárcel
Lejos del drama carcelario, la historia creada al efecto por Belén Macías y Arancha Cuesta está más cercana al juego del teatro dentro del cine: casi podríamos hablar de escenas que podrían tener entereza propia, dando la sensación de que la película es un mosaico lleno de teselas unidas por el duradero pegamento del teatro.
Debido al trabajo de perfilar roles el resultado es más parecido a un catálogo de personajes que a una historia con armazón. Por ello el primer largometraje para su proyección en cines de esta concienzuda narradora de historias resulta un tanto pobre en cuanto a su narrativa. Macías ha cuidado hasta el último detalle en cuestiones de realización y montaje y se ha volcado en el trabajo interpretativo, restando cierta enjundia a la trama global y un tanto débil.
Se aprecia que muchas de las actrices, también entregadas, han pasado muchas horas sobre los escenarios: impresionantes están todas, aunque destacan los personajes construido entre las autoras de guión y Ana Wagener, Blanca Apilánez, Tatiana Astengo, Natalia Mateo y Verónica Echegui, que da vida una madre con poco coraje para salir de su burbuja carcelaria. Ningún pero a la loable labor de las actrices aunque nos hemos quedado con las ganas de que fuera la gran esperanza blanca del cine español de la temporada.