The air I breathe
Son curiosas y sorprendentes las sensaciones que puede llegar a provocar una película más allá de lo puramente cinematográfico. Un buen ejemplo son las reminiscencias que evoca Cuatro Vidas, un film de un director debutante a partir de varias historias cruzadas que pretenden diseccionar el alma humana. ¿Dónde se habrá visto algo parecido en los últimos años?
Obviamente, Cuatro Vidas no posee la contundencia, solidez y calidad de Crash, y Jieho Lee no llega a la altura de Paul Haggis como narrador. La película es cierto que parte de una idea bastante atractiva y con un gran potencial, pero ni Lee ni Bob DeRosa -autores del guión- saben plasmar ese planteamiento adecuadamente. La dirección del propio Jieho Lee deja también bastante que desear, incurriendo el cineasta de origen asiático en una cierta autocomplacencia y en numerosos errores de bulto, aún para un debutante. Los cuatro fragmentos que componen la película no terminan de funcionar como un conjunto y dan una mejor impresión analizadas individualmente. Las historias están bastante descompensadas entre sí y no poseen la misma intensidad: la primera de ellas, la protagonizada por Forest Whitaker, es de lejos la peor de todas, con algunos elementos que rozan el ridículo y el esperpento y un final muy poco acertado. Las demás se mantienen a un nivel bastante aceptable, aunque es todo lo relacionado con el personaje de una sorprendente Sarah Michelle Gellar lo más destacable del film, además del trabajo de todos los actores. Destacan especialmente el trabajo de la propia Sarah Michelle Gellar y de un muy recuperado Brendan Fraser.
Para su debut como director, Jieho Lee se encomienda a la estela de Paul Haggis y su maravillosa Crash, aunque Cuatro Vidas es un film sensiblemente inferior a aquel. No obstante, es una buena noticia ver a un recuperado Brendan Fraser y ser testigos de la agradable sorpresa que supone el ver a Sarah Michelle Gellar en un registro más dramático y de una mayor profundidad.