El Club de los Vampiros
Entre los años 40 y 50 la editorial estadounidense EC Comics hacía las delicias de grandes y pequeños con historietas repletas de monstruos, asesinos, soldados, naves espaciales y sugerentes mujeres, ¡qué época más gloriosa! Las estanterías de los quioscos se llenaban con títulos tan pintorescos como La Bóveda de los Horrores, Combate en el frente o Ciencia Rara, publicaciones donde trabajaban grandes artistas del medio, tipos como Harvey Kurtzman, Jack Davis, Frank Frazetta o Basil Wolverton, que gracias a la gran libertad creativa que les otorgaba trabajar con William Gaines, dejaron una gran impronta en el imaginario colectivo. El gobierno no tardó mucho en ver con malos ojos todo ese exceso de libertinaje artístico, así que se creó un comité y se impuso la censura, había nacido el Comics Code Authority. En breve, Gaines cerraría todas sus editoriales con la excepción de la revista MAD.
Una de las muchas publicaciones que perecieron por aquel entonces fue Historias de la Cripta, el popular comic de terror que tenía como narrador de excepción al Guardián de la Cripta, un bastardo cadavérico de negrísimo sentido del humor y que relataba historias sin dejar títere con cabeza (hasta el lector se llevaba lo suyo). Tras el cese de la revista, este cuenta cuentos tan particular quedó en el olvido hasta finales de los 80, cuando fue rescatado por la HBO para presentar la exitosa serie de televisión de mismo nombre. Metidos en el ajo estaban Richard Donner, David Giler, Walter Hill, Joel Silver y Robert Zemeckis, casi nada. La serie permaneció siete temporadas en antena y dio origen a dos películas, El Club de los Vampiros es la segunda de ellas.
La historia cuenta que durante una expedición por Tierra de Fuego, un cazatesoros de baja estatura devuelve a la vida a la poderosa vampiresa Lilith, reina de la lujuria. Ya en los USA regenta un burdel clandestino con un mortuorio como tapadera, todas las chicas del local son vampiresas semidesnudas de toma pan y moja, por lo que el negocio va viento en popa a toda vela. Tras la desaparición de su putero hermano, Katherine, una chica muy beata que trabaja para un telepredicador rockero, no tendrá más remedio que contratar a un detective privado. Éste descubrirá todo el tinglado y no parará hasta acabar con todas esas sexis chupasangres.
Aunque Gilbert Adler es más dado a las tareas de guión y producción, aquí se pone tras la cámara, como ya hiciera en El Caballero del Diablo, la anterior película basada en los comics de Historias de la Cripta. El libreto lo escriben Robert Zemeckis y Bob Gale, dúo que ya habían trabajado juntos en la trilogía de Regreso al futuro. En el apartado artístico y haciendo de niño malo tenemos a Corey Feldman, trasnochado ídolo ochenteno cuya carrera acabó de forma fulminante durante su adolescencia, y que tras protagonizar indiscutibles clásicos de videoclub como son Los Goonies, Jóvenes Ocultos o Cuenta conmigo, ha acabado buceando en las cloacas de la serie B más casposa y participando en dudosas producciones de la Troma o la Full Moon. En el papel femenino y haciendo de niña requetebuena tenemos a Erika Eleniak, neumática actriz que achicharró la juventud de la mayor parte de la población masculina de este planeta con sus posados como Shauni, la vigilanta de la playa más cañón de California (con perdón de Pamela Anderson, claro). Complementan el reparto Dennis Miller (un cómico salido de la cantera del Saturday Night Live que aquí hace de detective privado y macho alfa), Chris Sarandon (el malo de La princesa prometida y Noche de miedo) y Angie Everhart (playmate buenorra y ex de Sylvester Stallone).
El Club de los Vampiros es una comedia de terror gamberra, repleta de desnudos y con un lenguaje muy subido de tono, una cinta sin pretensiones y que sorprende por la facilidad con la que va al grano, a lo entretenido, sin andarse con chiquitas ni tonterías. Los tópicos se hacen evidentes (el detective impertinente, la chica mojigata, el hombre de fe que oculta algo…), pero se nos presentan con tanta garra y en un tono tan desenfadado, que a uno se le hacen entrañables desde el primer instante. Humor, acción, gore, colmillos y grandes tetas, son las bases que constituyen un filme que apuesta siempre por la diversión y por que el aficionado no quepa de contento en su butaca, una cinta que se pasa en un abrir y cerrar de ojos y que no comete los mismos errores que otras tantas producciones de la misma calaña: no aburre, no es ñoña, no es romántica, no acaba bien y no le falta sexo, sangre, ni casi de nada. Un simple divertimento que, en definitiva, no se queda a medias. Hínquenle el diente.
La frase: “El camino más rápido hacia el corazón de un hombre, es a través de su caja torácica.”
La frase 2: “Se acabó la charla, cosita linda, primero voy a arrancarte la polla y luego voy a convertir tus huevos en cocacola.”