Edward Burns da muestras de madurez en un largometraje de muchas alternativas donde el director demuestra que depende de nosotros mismos el no hacer cierta una conocida frase: cualquier tiempo pasado fue mejor.

★★★★☆ Muy Buena

No mires atrás

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor; es posible, lo cierto es que casi siempre resulta complicado revivir los años de juventud, aunque éstos sean recientes. Es más, volver la vista a ese tiempo pretérito puede que sea un revulsivo para hacernos cambiar definitivamente. Interesante teoría la que defiende Edward Burns en su tercera película, cuyo título sirve de lema para la tesis; y de aviso.

El polifacético director (también autor del guión, productor y protagonista) consigue su propósito gracias a un excelente retrato de personajes, centrados en un triángulo principal y acompañados de pocos, pero intensos secundarios. Todos ellos “encerrados” en un pequeño pueblo costero, donde la estación invernal y sus playas desiertas enmarcan adecuadamente a la trama: Charlie (Edward Burns) acaba de llegar a su ciudad natal para refugiarse, una vez más, en casa de su madre y para buscar a Claudia (Lauren Holly), la novia que dejó hace años después de un embarazo no deseado. Pero todo ha cambiado y ella vive con Mickey (Jon Bon Jovi), uno de los amigos de la infancia de Charlie.

La llegada de Charlie activa el deseo de Claudia por escapar de su trabajo rutinario de camarera y del pueblo donde todos y todo se conoce. Con esta situación inicial comienza a jugar el joven realizador para situar a cada personaje en una posición límite. Y es que los encuentros, dos a dos, entre los protagonistas del drama plantearán más problemas que soluciones.

Edward Burns se revela como un director muy preciso con el ritmo del largometraje en esta obra repleta de cambios: en primer lugar destaca el salto de registro personal del cineasta al pasar de la comedia de sus primeras películas al drama; por cierto muy cercano al de Beautiful Girls (Ted Demme, 1996), aquella cinta que gana con los años (con Lauren Holly como denominador común) donde también el regreso del protagonista propiciaba el arranque.

También podemos apreciar el cambio de punto de vista gradual, pero firme, con el que nos sorprende Burns: desde el protagonismo de Charlie al posterior de Claudia, todo ello adornado con una excelente banda sonora. Cuando Charlie domina la situación, la música de Bruce Springsteen suena como reclamo para revivir antiguas sesiones de amor. A partir de cierta secuencia son las canciones de Patti Scialfa –a la sazón mujer del “Boss”- las que predominan para reforzar la personalidad de Claudia.

En No Looking Back, Edward Burns da muestras de madurez, no sólo en la dirección sino también en la interpretación; en un largometraje de muchas alternativas –con un final sorprendente- donde el director demuestra que depende de nosotros mismos el no hacer cierta una conocida frase: “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
publicado por Ethan el 2 septiembre, 2008

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