Purple Violets
Siempre es digno de admiración que alguien especializado en la interpretación sienta el gusanillo de dirigir y finalmente lo haga. Hay muchos intentos y algunos han dado ejemplo de ser mejores directores que actores, como el caso de Mel Gibson o Kevin Costner.
Sin embargo el guaperas de Edward Burns lleva tiempo haciendo sus pinitos detrás y delante de las cámaras en historias sin gran trascendencia, sin estilo ni sello personal y con actores amigos mucho mejores intérpretes que él. Y esta vez vuelve a repetir la sosa fórmula en Purple Violets.
Tal vez lo más significativo de esta película es que fue de las primeras en estrenarse en iTunes por un módico precio, según ellos, pero excesivo para mi después de haberla visto. Luego tuvo un estreno directo en dvd, después de haber pasado por el festival de De Niro.
El caso es que Selma Blair, lo mejor de la película, es la protagonista de una historia de reencuentros de treintañeros que son más críos que otra cosa. Una aburrida historia de nostalgia juvenil en personajes neoyorquinos, es decir, excéntricos, ricos, guapos y talentosos, según Burns, claro.
Con un claro aire de copia a Allen, Burns se reserva un papelillo, le da otro a Patrick Wilson y le regala un florero a la siempre estupenda Debra Messing, a la que deja de lado en importancia. Al final resulta que es una historia de amores eternos, talentos literarios cruzados y reencuentros con el pasado. Pero es que lo hace aburrido. Floja.