David y Amy Fox son una pareja de recién casados que se ven obligados a pasar la noche en un aislado hotel tras una avería en su coche. En su habitación descubren unas cámaras de video ocultas, y se dan cuenta de que, a menos que escapen de allá, serán los siguientes en protagonizar una snuff movie…
No es en su guión donde reside lo bueno de la película, al igual que no lo es en sus interpretaciones, dirección, fotografía o dirección artística (aunque estas dos últimas están bastante conseguidas), es una conjunción de todos estos elementos lo que hace que la película, sin destacar demasiado, sea muy digerible y disfrutable. Que durante 85 minutos no decaiga el ritmo en ningún momento y no dejen de pasar cosas es una labor encomiable en este tiempo de película extra-largas en el que quién baja de 120 minutos es que no es director de verdad.
Otro tema que también consigue enganchar es la atmósfera que consigue. Al principio en la carretera, más tarde en el motel… la sensación de angustia nunca abandona al espectador acrecentado por luces tenues, de color cálido y un sonido realmente angustiante. El miedo a lo desconocido, la incomódidad de ser observado, y el miedo a ser la próxima víctima de un desconocido asesino en serie… todo en una misma película.