Zohan: licencia para peinar

Por lo menos, es honesta: desde el minuto uno, vemos el completo y absoluto delirio que supone esta película (por llamarle de algún modo): un superagente israelí del Mossad decide dejar las armas e irse a Nueva York para cumpler su gran sueño, que es nada más y nada menos que ¡convertirse en peluquero! (tela marinera). Los problemas vienen cuando ya instalado en la Gran Manzana y de camino a la gloria de pelos, permanentes, tintes y cardados, resulta ser descubierto por un palestino, comenzando la vendetta personal entre los irreconciliables bandos, que por cierto han de vivir forzosamente unidos en un barrio. Hay que ser justos y reconocerle algunos momentos realmente divertidos -especialmente en el arranque, donde se presenta a un personaje casi todopoderoso, experto en armamento, artes marciales, prodigioso amante, etc. etc. (vamos, como James Bond, pero del Mossad), pero llega un momento donde las parodias dejan casi de tener sentido. A ver: bueno está que Mike Myers haga una parodia de las películas de James Bond creando el personaje de Austin Powers. Pero hacer una parodia de una parodia, o lo que es lo mismo, convertir a Austin Powers en un agente del Mossad, ya resulta algo rocambolesco. El nuevo gurú de la comedia comercial de sal gorda norteamericana, Judd Apatow, firma un guión que ha sido producido, coescrito e interpretado por Adam Sandler, dirigido por uno de sus directores habituales, como no podía ser de otra forma ("Os declaro marido y marido", "Un papá genial", etc.) y que intenta ironizar con mayor o menor acierto con el conflicto de Oriente Medio, satirizando ambos bandos con la misma feroz intención. Repitiendo el modelo de Myers, en el que aparecen personajes famosos (en esta ocasión podemos ver a Mariah Carey, el famoso peluquero Paul Mitchell, John McEnroe o Chris Rock, entre otros) y se incluye cierto contenido sexual bastante poco elegante -el gran éxito de Zohan es enrrollarse con todas sus clientes, desde la más joven a la más anciana, adquiriendo una gran fama en el barrio…-, hay que reconocer un trazo demasiado grueso la mayoría de las veces, y la escatología y el mal gusto a veces hacen mella en un guión que podría haber sido mucho más refinado, al presentar en algunos momentos una ironía realmente desternillante -como la cadena de restaurantes que ha montado un terrorista palestino por todo el mundo…-. Lo que me da muchísima pena es que la mayoría de la gente -incluso yo creo que él mismo también- ve a Adam Sandler como un verdadero marmolillo que solo es capaz de hacer comedietas livianas sin mayor trascendencia y que su capacidad interpretativa está bastante limitada; es una lástima que todas esas personas no hayan visto -casi con total seguridad- "Punch Drunk Love" de Paul Thomas Anderson, donde Sandler compone una sorprendente y prodigiosa actuación y demuestra su talla como actor. Claro que este tipo de películas le reportarán mucha más fama y dólares, así que a seguir haciendo el capullo. Encima ha dado la casualidad que en España se ha estrenado el mismo día que la nueva película de Mike Myers "El gurú del buen rollo".

Lo mejor: Algunos chistes, muy imaginativos. Adam Sandler imitando el acento israelí, y John Turturro imitando el acento palestino (en el original, claro).
Lo peor: La sal gorda que hay generosamente esparcida por toda la película. Su infantil vocación de congraciar el conflicto de Oriente Medio.
publicado por Federico Casado Reina el 23 agosto, 2008

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