Tanto su corrección y falta de riesgo en la puesta en escena, como la sumatoria de clichés y copias baratas de situaciones y personajes anteriormente consagrados, no ayudan a despegar esta producción.
Hellion, el ángel caído
Parecería que, con el terrible y estéril aluvión de películas de terror lanzado por Hollywood en los últimos años, ya hemos visto todo lo que había que ver (o todo lo que Hollywood tiene para darnos) actualmente en esta materia. Si no, acerquémonos a esta producción, con secuestradores enfrentados a un niño/víctima/secuestrado potencialmente diabólico. Como si no se pudieran hacer modificaciones a ciertos cánones del género, el pequeño y perverso David se parece demasiado (hasta en su peinado y su vestuario) al diabólico Damien del clásico La profecía. Y para que nada parezca demasiado nuevo u original, tenemos a unos secuestradores muy poco inteligentes que, obviamente, terminarán siendo presa de su propio anzuelo. Algunos, los más benévolos, sobrevivirán más que otros, solo para cumplir con la cuota de suspenso necesaria para mantener a los espectadores fieles al pedido cuasi unánime de mantener con vida (al menos hasta el clímax) a aquellos personajes con quienes más se identifican. Salvo por los excesivamente habituales y muy agotados “flashazos-supuestamente-aterradores”, el suspenso, en líneas generales, está correctamente dosificado y algunas vueltas de tuerca pueden sorprender a algún desprevenido. Sin embargo, a medida que la película se acerca a su resolución, se empaña de facilismo y, tanto su corrección y falta de riesgo en la puesta en escena, como la sumatoria de clichés y copias baratas de situaciones y personajes anteriormente consagrados, no ayudan a despegar esta producción del común denominador que une lo más vasto y menos interesante del terror americano de los últimos años.