Los méritos logrados por otras situaciones y personajes, se ven minimizados frente a la abrumadora presencia del chiste fácil, que de tan reiterado ya no causa nada de gracia.

★★★☆☆ Buena

Dos colgaos muy fumaos: fuga de Guantánamo

La comedia americana últimamente se viene inclinando demasiado por historias donde la marihuana adquiere un rol protagónico. A la ya anciana Colega, ¿dónde está mi coche? (suerte de American Pie fumada), hay que sumar películas recientes, entre las que se encuentra Naturaleza a lo bestia (y otras donde la marihuana aparece en roles secundarios), mas la primera película de Harold y Kumar, dirigida por Danny Leiner, quien antes había dirigido Colega… Que la marihuana y sus consumidores representan un fenómeno social, eso ya lo sabemos. Ahora se puede observar, cada vez con más frecuencia, cómo repercute este fenómeno en el cine. De estas numerosas comedias se desprende la idea que la marihuana es caldo de cultivo (nunca mejor dicho) de comedias donde el gag fácil y las situaciones más absurdas se hacen presentes, producto del estado de alucinación constante de sus protagonistas. Esa delgada línea que puede separar (y la mayor parte de las veces no lo hace) el absurdo de la estupidez, hace que muchas de estas películas naveguen sin rumbo fijo, y prueben repetidamente un poco de ambas cosas. Quizás la mejor en este apartado es la primera, Colega, ¿dónde está mi coche?, que comienza como una comedia convencional y en determinado momento vuelca completamente hasta terminar dirigiéndose irrefrenablemente hacia el delirio absoluto, haciéndose eco de la idea de “trip” propio de la cultura cannábica. La segunda parte de las alocadas aventuras de Harold y Kumar prueba bastante de la fórmula tradicional de estas comedias basadas en el consumo de estupefacientes. Su argumento parte de un propósito de por sí desmesurado, y con ribetes netamente políticos. Una serie de tropiezos correctamente justificados desde los códigos de la comedia, hace que la dupla protagónica termine siendo acusada de intentar cometer un atentado terrorista, y sean trasladados a Guantánamo, de donde escaparán rápidamente. Esta línea es, lejos, lo más interesante de esta entrega de Dos colgaos…, con un oficial del FBI, estupendamente interpretado por Rob Corddry, excelente secundario de comedias como Matrimonio compulsivo y Os declaro marido y marido, cuya recalcitrante xenofobia lo lleva a cometer una estupidez tras otra en su afán de perseguir y encarcelar a los protagonistas. Este aspecto no es el único que se inclina a una suerte de radiografía de la paranoica sociedad americana y demás componentes de índole político. En un momento de la fuga de Harold y Kumar, se cruzan con miembros del Ku Klux Klan, quienes los confunden con mejicanos, y comienzan a perseguirlos. La huida constante de la dupla termina ni más ni menos que en una casa propiedad de Bush hijo, quien aparece como un consumidor de marihuana que vive empujado por los intereses y las decisiones del “adulto” Bush padre. Incluso este punto alto de la película resulta gracioso, porque su aire provocador no sobresale de lo que propone, en este sentido, el resto de la película. Si estos elementos gobernaran esta secuela, estaríamos ante una comedia graciosa e inteligente en sus planteos. Sin embargo, gran parte del humor de Dos colgaos… recae en una inconmensurable serie de chistes escatológicos y tontos, incluyendo en este aspecto ciertas escenas absurdas (como la del niño cíclope), propios de la alucinación de los jóvenes protagonistas. La repetición de estos resiente completamente la comedia, y hace que los méritos logrados por las otras situaciones y personajes, se vean minimizados frente a la abrumadora presencia del chiste fácil, que de tan reiterado ya no causa nada de gracia.
publicado por Leo A.Senderovsky el 21 agosto, 2008

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