Tropa de elite no sólo podría catalogarse como la quintaesencia del neo-fascismo, sino como una película absolutamente perezosa en todo sentido.

★★☆☆☆ Mediocre

Tropa de elite

Tropa de elite se transformó de la noche a la mañana en un suceso inesperado en Brasil, un verdadero éxito de ventas en dvd pirata antes de su estreno. Luego obtuvo el Oso de oro en el Festival de Berlín. Y la verdad, no se entiende dónde está la polémica en torno a esta película. Mejor dicho, lo que no se entiende es cómo pudo haber obtenido el premio mayor en uno de los festivales más importantes, una película que no sólo podría catalogarse como la quintaesencia del neo-fascismo, sino como una película absolutamente perezosa en todo sentido. Tropa de elite nos muestra a un capitán que intenta abandonar las filas del BOPE debido al enorme estrés que padece y a su necesidad de adoptar una vida tranquila luego del nacimiento de su hijo, mientras nos narra la búsqueda de su sucesor. Que no es sencillo formar parte del BOPE lo entendemos a los pocos segundos de comenzada la película. Tampoco hace falta demasiado para darnos cuenta que la voz en off del capitán Nascimento sofoca toda narración con su enorme tendencia a reiterar frases hechas, lugares comunes, una extensa sarta de estupideces, y constantes muestras de pedantería, al estilo “no hay quien pueda suplantarme”. ¿Qué más tenemos? A un aspirante a reemplazar al omnipresente capitán, que “comete el error” de estudiar derecho, juntarse con “mocosos-universitarios-burgueses-de-izquierda-que-consumen-marihuana”, y noviar con una de ellos, que cumple tareas de asistencia en las favelas. Ahora, si entendemos fácilmente lo difícil y tortuoso que es ingresar a las terribles ligas del BOPE, fácil es preguntarnos cuál es la razón de la larga secuencia de torturas que sufren los aspirantes con el fin de que queden solo los más aptos. Pero para eso, conviene preguntarnos cuál es la razón de esta película, solo entendible como un entretenimiento del montón, y que, después de la consagrada Ciudad de Dios, donde Meirelles hacía foco en los jóvenes habitantes de las favelas, aprovechando esos personajes para un relato donde primaba la estetización en el montaje y la fotografía, frente al crudo realismo de la historia, Tropa de elite parece erigirse como el exacto reverso de aquella, aplaudiendo el discurso que utiliza el capitán Nascimento para justificar la violencia del batallón, ese famoso “estamos en guerra”, que en épocas de dictadura sirvió para justificar las torturas ejercidas por el poder de facto. La sinrazón se perpetúa en la constante violencia y en el intolerable e insoportable monólogo de una hora cincuenta de duración, que lejos de resultar una genuina propaganda, termina metiendo más miedo que otra cosa. Polémica podría denominarse cuando una obra dispara distintas opiniones. La contundencia de Tropa de elite no deja mucho lugar para la duda. ¿Acaso el Festival de Berlín premió eso que Padilha intenta disfrazar como “denuncia social”? El disfraz le pesa tanto a Tropa de elite, que el capitán Nascimento y los suyos no tardan demasiado en sacárselo de encima.
publicado por Leo A.Senderovsky el 21 agosto, 2008

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