Peregrinos
La peregrinación a Santiago de Compostela expresada en un juego de planos que enfatiza el antagonismo entre humanidad y paisajes tanto como busca la armonía en un todo secuencial que se presta a una rica galería de humor y sentimientos, convierte la historia narrada en modelo lúdico y elocuente del viaje inciático. Cine de relaciones y de impresiones que se inspira en un esquema muy manido que aborda temas como la inestabilidad emocional, el rencor entre miembros de una misma familia y la xenofobia.Sin embargo, prima ante todo el exquisito sentido visual de la realizadora Coline Serrau, quien alterna la mirada de conjunto (esos planos vertebrados en torno a la senda que marca el camino, o las panorámicas con el grupo humano situado en un punto central del paisaje) y la focalización en los sentimientos de los personajes en primeros y planos medios. Más allá de un discurso centrado en la problemática social – desde la sátira, la paranoia que parece guiar las vidas de todos los perfiles humanos – subyace al inicio del recorrido el contraste entre la templanza del paisaje con la malignidad del comportamiento humano. La resolución, como no podía ser de otra forma, apunta al hallazgo ético y espiritual. A destacar también, y concluyendo, la magnífica descripción de personajes y su desarrollo fundamentado en lo visual, los gestos de complicidad, el sarcasmo que esconde un afecto disimulado o el dolor expresado en la puesta de sol que embellece el cabo de Finisterre.