Ni rastro del espíritu de las dos primeras películas. Se convierte en otra película más de aventuras con un guión flojo, pero que entretendrá a los menos exigentes debido a su alarde de efectos especiales. Si exiges mínimamente algo, decepciona.

★★☆☆☆ Mediocre

La momia: La tumba del emperador Dragón

Normalmente cuando en una trilogía, y en definitiva cualquier palabra que acabe en –logia y se refiera a un conjunto de películas, hay un cambio tan importante como es el cambio de director o el cambio de una actor/actriz principal no ocurre sinó que empieces a sospechar e incluso a dudar si será tan buena como las anteriores. Vale que hay excepciones, pero normalmente no es así. Y ésta tercera entrega de la Momia no es una de ellas.

La película para nada hace justicia a las anteriores. No conserva ni la acción, ni el humor ni ese espíritu de película de aventuras de las primeras. ¿Y entonces que nos queda? Pues una película de aventuras como cualquier otra con bastantes cosas hechas por ordenador. De hecho, si no fuera por los masivos guiños y alusiones a las anteriores aventuras de Rick O’Connell no sabríamos que las tres juntas forman parte de la misma saga. Y eso no es bueno. Nada bueno.

Los toques de humor y los chistes oportunos han dado paso a chistes muy infantiles forzando la risa fácil y llegando al extremo de reír debido a que lo que estás viendo es una soberana tontería. Y esto se comprueba justo después de la introducción del principio. Sólo se consigue un ritmo adecuado y consigues prestar atención, y tampoco durante mucho tiempo, cuando (tranquilos que no destapo nada que no se vea en el tráiler) el hijo descubre la tumba del emperador. A partir de ahí el guión decae y no hace más que parecerse a una montaña rusa. Lleno de altibajos y a rebosar de situaciones que no llevan a nada, haciendo que pierdas la atención y te pongas a pensar en que hacer cuando acabe lo que estás viendo. Resoluciones rápidas de conflictos, el amorio de turno entre personajes, una alta previsibilidad de los hechos y lo peor: la dejada en segundo plano de la aventura pura y dura para darle importancia a los valores familiares más clásicos entre los personajes principales. Es una mezcla de los tópicos de muchas películas que no da el resultado esperado y que pese a pertenecer a una saga de renombre, la película querrá ser olvidada de inmediato.

Los efectos generados por ordenador son de lo poco que se salva de la película, que sin rozar la perfección (ni mucho menos) son acordes con lo que la historia quiere contar. Pero tampoco están bien utilizados. Pero eso ya no es culpa de los efectos, sinó culpa del guión, que insisto, es muy flojo.

Lo que también está bien es Alex (Luke Ford), el hijo de Rick O’ Connell, que da bien el pego llevando de una forma digna y seria el peso del personaje, y Jonathan (John Hannah), el hermano de Evelyn, que siempre pone la nota cómica en las películas, aunque en esta ocasión se le ve forzado y exagerado con sus chistes, sin duda debido a lo que comentaba en los párrafos anteriores. Los demás pasan sin pena ni gloria, incluyendo a Maria Bello, que no convence como Evelyn y a Jet Li, que a penas sale, ya que sus dobles generados por ordenador tienen más protagonismo que él, y cuando lo es, como si nada.

Pero todo esto surge cuando te metes de lleno en el análisis de la película. Si la juzgamos con ojos de una persona que quiere pasar un buen rato, olvidarse de los problemas y comer muchas palomitas, su cometido lo cumple de buen grado, sin llegar a ser, por eso, la mejor de las opciones al ver una película un sábado por la tarde. Sin embargo a muchos les parecerá correcta y una de las grandes del verano.

¿Conclusión? Ves a verla si no sabes ni siquiera que existen las primeras y si quieres pasar un buen rato de cine palomitero, sólo así te conseguirá entretener y hacértelo pasar bien. Si te gustaron las dos primeras y tienes muchas ganas de ver esta tercera entrega esperando ver el mismo espíritu de la saga, no vayas. Saldrías de la sala decepcionado y cabreado. Ahórrate esos 7 euros de la entrada.

En definitiva, una mala manera de acabar la saga. Ya te vale Rob Cohen, ya te vale.
Lo mejor: Los efectos por ordenador. El personaje de Alex, el hijo.
Lo peor: No se conserva el espíritu de las anteriores. Los momentos cómicos demasiado infantiles y el guión flojo con sus altibajos.
publicado por Alex Baldoví el 30 julio, 2008

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