2012
El director Roland Emmerich presenta su apocalipsis más ambicioso en "2012", filme que supera con creces la destrucción de "El día de mañana" (2004) o "Independence Day" (1996), aunque carece del carisma de éstas. Esta vez, el cineasta barre del mapa la civilización a base de megavolcanes, terremotos abismales y un tsunami de proporciones bíblicas al que sólo sobreviven unos pocos afortunados.
Como en anteriores producciones, Emmerich apuesta por el triunfo del heroismo ante la calamidad y plantea el conflicto moral de a quién salvar de la catástrofe cuando los gobiernos solo pueden ofrecer refugio a unos elegidos.
No faltan discursos solemnes para acentuar la épica patriótica de una película en la que los estadounidenses vuelven a liderar la toma de decisiones mundiales en época de crisis, al estilo de "Independence Day". De hecho, Emmerich rescata el humor de ese filme y lo acentúa, lo que hace que las escenas dramáticas se intercalen con comentarios jocosos que terminan por disipar la tensión del momento que luego se intenta recuperar con una nueva catarsis finmundista.
"2012" es por encima de todo un alarde de recursos computerizados al servicio del cine. Para su grabación se contó con una pantalla cromática gigantesca de más de 2.000 metros cuadrados valorada en un millón de dólares y se generó una información que requirió para su procesamiento un millón de gigabytes, el también llamado petabyte.
Pensado para entretener, el filme sacrifica seriedad y omite violencia explícita para alcanzar al mayor número de espectadores posible y arrasar en taquilla antes de que los peores vaticinios se hagan realidad en 2012, año en el que concluye el ciclo actual del calendario maya y que los agoreros anuncian traerá fenómenos galácticos que afectarán al funcionamiento del planeta tal y como lo conocemos.
Al margen de la mención inicial a las teorías mayas, Emmerich evita entrar en detalles históricos y se lanza de lleno en busca de emociones fuertes dispuesto a hacerlo saltar todo por los aires -lo diga una antigua civilización centroamericana o no- para terminar con alusiones a pasajes del Antiguo Testamento.
Algunas secuencias repetidas y demasiadas licencias fantásticas a la hora de construir la acción restan brío a esta esperada cinta que a buen seguro hará las delicias de muchos <em>palomiteros </em>a pesar de sus carencias. Ni tiene la frescura de "Stargate" o "Independence Day" ni el tono grave requerido para las calamidades que se muestran en "El día de mañana".
La película está protagonizada por John Cusack al que acompañan Amanda Peet (X-Files, Syriana, Melinda and Melinda), Danny Glover, o Woody Harrelson, cuyo papel de profeta chiflado es sin duda lo más refrescante de esta obra donde las interpretaciones resultan engullidas por la marea de desastres.