Gustará a los que se queden únicamente con el envase, aburrirá a los niños, hartará y desesperará a los más exigentes… pero será la película favorita de yijadistas.

★★☆☆☆ Mediocre

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian

En Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, cuatro hermanos viajaban al mundo mágico de Narnia, se hacían amigos de animales que hablan y luchaban contra una bruja maligna y sus criaturas para preservar ese reino que tanto les había maravillado. Fin.

Hasta aquí, todo bien. Una película de aventuras y fantasía para los más peques pasable, que sigue la estela creada por las adaptaciones cinematográficas de El Señor de los Anillos de Peter Jackson. Son ciertas las metáforas religiosas que posee (Aslan = Dios), pero en este tipo de relatos una figura de este tipo no viene del todo mal, siempre y cuando no se caiga en el adoctrinamiento barato.

Pues bien… En Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian, los hermanos vuelven a la tierra que tanto les chifló ya que son llamados por una especie de cuerno mágico cuyo don es precisamente traerlos de vuelta. El cuerno lo hace sonar involuntariamente el príncipe Caspian (tras toparse con unos enanos huyendo de sus propios soldados, al ser a punto de ser asesinado por su propio tio), el heredero al trono de los Telmarinos, todo un pueblo de hombres que un día llegaron a Narnia, la colonizaron e intentaron aniquilar a todos los seres vivos que allí se encontraron (porque hay que recordar que para los hermanos sólo ha pasado un año desde que se fueron de allí, pero en ese mundo han pasado unos mil quinientos añitos de nada).

En fin, que lo que tienen que hacer los niños, el príncipe y las criaturas mágicas de Narnia, junto con la ayuda de Aslan (Dios), es derrotar a los Telmarinos en una serie de batallas para recuperar Narnia, y tal y cual y pascual.

Si me quedase únicamente con el envase de todo esto, me daría con un canto en los dientes y probablemente le hubiera dado la misma nota que a su predecesora (un 7). Pero no puedo quedarme únicamente con el envase después de que me hayan contado una historia donde la guerra es la única solución a todo, después de ver cómo unos CRÍOS son partícipes de una masacre (que además parece gustarles cantidubi, ¡qué diver!), y después de ser testigo de una apología religiosa mucho más descarada que antes (en ocasiones cayendo en incoherencias argumentales de las que uno se tendría que levantar del asiento indignado e irse a reclamar el dinero de la entrada), y además cruzando los peligrosísimos límites del fanatismo integrista.

No creo ni que guste a muchos niños, ya que la historia es pretendidamente más madura que la primera parte, y es igual de aburrida que un día sin pan hasta que comienzan las batallitas (que todo hay que decirlo, técnicamente le da unas cuantas vueltas a la primera parte).

A los más exigentes puede que les harte y desespere soportara un Hamlet descafeinado ambientado en los mundos de David el gnomo, y a tantos personajes de encefalograma plano.

Y, ¡ah!, en Palestina puede que se acabe convirtiendo en la película favorita de muchos, y a los de Israel les tendría que poner algo más que nerviosos…
Lo mejor: La madurez de la historia y sus efectos especiales.
Lo peor: Sus referencias religiosas rozando el fanatismo integrista me parecen muy peligrosas.
publicado por Rafa Delgado el 5 julio, 2008

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