Habitación sin salida
Otro reclutamiento. Se impone como tendencia que la gran industria importe cineastas que adquirieron prestigio por una película premiada en el exterior, para dirigir en Hollywood, fundamentalmente películas de terror. En este caso, hablamos de Nimrod Antal, director de Kontroll, película húngara que se paseó por varios festivales, y que, en su primera incursión en el cine americano, actúa con mayor pericia que la mayoría de los directores que debutan de esta manera. Desde tiempos inmemoriales sabemos que el buen cine de terror requiere de bastante poco para causar el impacto necesario. De hecho, cuanto más se cierne a pocos elementos y espacios cerrados, mayor será el impacto, y más efectiva la dirección.
También sabemos, gracias al gran Hitch (si hay alguien que no necesitaba de muchos elementos para hacer grandes películas y grandes entretenimientos, era él), que un motel en medio de la nada puede ser algo más tenebroso que la ya “demodé” mansión embrujada. ¿Y qué más tenemos? A Luke Wilson, alejado de sus personajes de comedia, por momentos parece estar interpretando una parodia de los previsibles personajes de las “horror movies”, a Kate Beckinslale, aportando lo suyo, contribuyendo con la poca verosimilitud que puede tener la trama, una efectiva realización, que sabe ceñirse a lo poco que cuenta, un correcto villano/conserje (Frank Whaley), y nada más. Ni mensajes moralistas, de esos que uno espera encontrar al final del camino, acostumbrados ya a las (malas) películas de terror que viven justificando todo para hacerlo un poco más creíble, ni nada, nada más. Tampoco precisa más para ser un entretenimiento correctamente digitado, que sabe hacer lo suyo más allá de la obviedad característica de este tipo de “horror plots” (por llamarlos de alguna manera). Quienes gusten del cine de terror, sabrán entretenerse en este aterrador motel.