Ahora o nunca
De la extensísima filmografía de Morgan Freeman, hay una película que vale la pena traer a colación. La película es de comienzos de los noventa, y se titula Cadena perpetua. Este film pasó desapercibido en su estreno en Estados Unidos, y resultó un inesperado batacazo de taquilla en su edición en video. Difícil oír la inconfundible voz de Morgan Freeman al comienzo de Ahora o nunca, y no asociarla con su voz narradora en aquella película. La trama de Cadena perpetua no tiene absolutamente nada que ver con la de Ahora o nunca, pero ambas comparten temas y tono. Los temas que aparecen son la amistad y la libertad, en todas sus aristas. Ambas hablan de las mismas cosas, con un tono similar. El director de Cadena perpetua es Frank Darabont. Tanto Darabont, como Rob Reiner, director de esta, son dos experimentados artesanos “clasicistas” al servicio de buenos guiones, en su mayoría dramáticos y/o sensibleros. El guión de Ahora o nunca cae al comienzo en sucesivos golpes bajos, para luego reponerse de estos y salir adelante con espíritu esperanzador y muchos diálogos cargados de buen humor.
Gran parte del mérito principal de la película lo conforma la pomposa dupla protagónica, Morgan Freeman está excelente, como siempre, y Jack Nicholson, pese a sus momentos más crudos y a sus cejas rebeldes (toda una marca registrada), sorprende de la misma forma que en aquel papel dramático de A propósito de Schmidt. Habitualmente, las películas sensibleras no son del agrado de la crítica. A mí, qué quieren que les diga, me enamoran películas como el clásico lacrimógeno Cinema Paradiso, disfruto viendo Cadena perpetua, y Ahora o nunca llegó a hacerme reír y emocionar en partes iguales. Los mejores paisajes del mundo, que aparecen como postales en esta película, no le agregan mucho a la propuesta. Cuando una historia está bien contada, y cuenta con estupendas actuaciones, no hace falta nada más.