Una película muy mal filmada, sin un solo criterio claro de dirección, con algunos gags previsibles.
Los perros dormidos mienten
La comedia americana cree lícito apelar a cualquier premisa, por retorcida que sea, para articular sus tramas. Los perros dormidos mienten dista de parecerse a las comedias americanas más populares, sin embargo apela a una premisa bizarra, un secreto bastante retorcido, y hace con él lo peor que puede hacer una película de este tipo. Luego de atravesar momentos algo graciosos, por la incomodidad que produce el secreto en algunos personajes, la trama vira todos sus cartuchos hacia el drama, y la gracia y simpatía que producen algunas primeras reacciones, rápidamente se corren hacia la culpa de la protagonista, culminando con sendos dramas familiares. Podría decirse que el tono, en todo caso, pretende ser tragicómico, y lo sería en efecto si un género no terminara barriendo a otro, como ocurre aquí. Para peor, se trata de una película muy mal filmada, sin un solo criterio claro de dirección, con algunos gags previsibles, y un desapego a fórmulas que, lejos de darle oxígeno a la película, termina por encerrarla en los límites de una película concebida con amabilidad y desarrollada con bastante impericia. Una lástima.