Del limbo no es tan fácil volver, y como se suele afirmar, del ridículo tampoco.
Despierto (Awake)
Parte de la tradición actual en la construcción de thrillers consiste en la compulsiva sucesión de vueltas de tuerca. Alfred Hitchcock hablaba de dos conceptos contrapuestos para esta clase de películas, la “sorpresa” y el “suspenso”. El suspenso radica en una información que el espectador conoce antes que el personaje, generando una mayor tensión. Las vueltas de tuerca suelen ser lo opuesto, generalmente consisten en un efecto sorpresa. El efecto siempre es lícito, pero la sucesión de efectos, tan en boga hoy en esta clase de películas, produce un resultado inverso. Más si se trata, como en este caso, de vueltas de tuerca que comienzan generando intriga y terminan volviéndose torpes y hasta graciosas. Despierto instala dos espacios que interactúan entre sí, el “mundo real” de la película, y el limbo en el que se mueve el personaje de Clay (Hayden Christensen, quien se revela como un buen actor, lejos de su superficial construcción del Anakin Skywalker pre-Darth Vader), corriendo desesperado entre flashbacks, en busca de una salvación para su vida. Los espacios están construidos con cierta inteligencia en función del suspenso, pero la salvación llega de un modo tan infantil y tan absurdo como la forma en que se pinta a los malvados cirujanos. Del limbo no es tan fácil volver, y como se suele afirmar, del ridículo tampoco.