Sexo en Nueva York
Prescindamos de su origen y así evitamos las odiosas comparaciones y los criterios establecidos en función de aquel. Sex and the city no necesita el referente para ser comprendida como estimable comedia sentimental de enredo que consigue ser lúdica durante sus 140 minutos de metraje sin menoscabo de su condición de obra coral centrada en el discurso sentimentalista. La sencillez y concisión de la estructura y un guión milimétricamente diseñado a tal fin que recrea con fluidez todo el glamour colectivo que esconde la vulnerabilidad del alma femenina con su habitual tono sardónico, construyendo personajes singulares con los que el espectador puede seguir el juego.
Su honestidad y la correcta labor del realizador no evita que el conjunto sea un cliché en sí mismo en cuanto al tratamiento y resolución de los problemas sentimentales, la misma historia de siempre sin ninguna originalidad ni relevancia más allá de lo previsible.