Millennium 3: la reina en el palacio de las corrientes de aire
Tenía curiosidad por saber como acaban al fin las peripecias de Lisbetch Salander, una heroína moderna de indudable carista al que la actriz Noomi Rapace inmortaliza maguistralmente en las tres entregas.
Si la primera Milennium ofrecía lo mejor de la trilogía dentro de una trama llena de perversión e intriga aprovechandose de una atmósfera enrarecida en sus parajes de una Suecia ciertamente decadente. La segunda ya fue un paso atrás importante que sobre todo perdía gancho en una insultante estética de telefilme salvada por el impacto de sus últimos minutos. Para la ocasión nada es salvable o mejor dicho casi nada. Salvo de nuevo a Noomi Rapace aunque se tire medio metraje escayolada y al gigante anormal superviviente de la anterior que se dedica a liquidar todo lo que se mueve.
¡140 minutos que sirven de verdadero sommifero! Un Tlefilme estrando en cines con una puesta en escena horrible y unos elementos técnicos pauperrimos, ni la fotografía ni los continuos planos fijos o su banal banda sonora hacen justicia al estreno que debía despedir una saga de gran éxito. El guión es un canto a la inutilidad con unos personajes mal enfocados llenos de diálogos increibles, es poco probable ver una organización peligrosa caer con tanta facilidad. Las pruebas llegan sin esfuerzo a los protagonistas recibiendo a cambio unas amenazas por mail. Sin ninguna chispa se lleva a cabo los descubrimientos, todo pasa mecanicamente en pos de que salander salga victoriosa. Totalmente prescindible esta especie de cine negro pesimamente resuelto.