Sweeney Todd
Tiene Tim Burton el privilegio de ser uno de los pocos -muy pocos- creadores con un sello intransferible, un autor con un universo tan personal que resulta casi intolerable que alguien no sepa identificarlo. Un universo paralelo plagado de ilusión e irrealidad, el gozoso territorio donde sueño y voluntad se entrelazan, el inefable submundo de pesadilla y humor negrísimo, el siniestro escenario donde los seres más humanos se mueven en entornos de artificio, convirtiéndose en figuras de cuentos tragicómicos de oscura belleza, en las marionetas de un artista empeñado en no crecer.Al menos, ése es el Tim Burton que yo espero siempre. Y es el que me enamora. El padre de obras de genio como EDUARDO MANOSTIJERAS, ED WOOD o SLEEPY HOLLOW, y responsable de más de una pieza deslumbrante, sigue pariendo criaturas co
Ahora se atreve con el musical. Uno con bastante solera en los escenarios londinenses para los que se concibió. Un libreto con elementos más sangrientos de lo habitual en su cine, adaptado a su mundo gótico y legendario.


Con un arranque perfecto en mitad de la niebla, con una capacidad para zambullirnos de golpe en un Londres tenebroso y sucio, con esa cámara volando por callejones y plazas de forma frenética, era fácil dejarse llevar. Los autorreferenciales títulos de crédito del inicio anuncian el nivel artístico de lo que después veremos. La música elaborada del gran Stephen Sondheim nos empieza a trazar el camino. Un paseo por neblinas y miseria, sórdido, inhumano. Un recorrido rápido por una ciudad de ensueño, postiza, astutamente estilizada, un paisaje mágico donde intuimos que el horror va a acampar a sus anchas. Y nos metemos de lleno, conscientes de la ilusión perfecta que nos van a dibujar. E intuimos que nos va a gustar, es Tim Burto
Por si fuera poco…Johnny Depp. Vuelve a demostrar su enorme versatilidad e intuición al arrimarse al proyecto de su amigo. La creación del taciturno y amoroso psicópata rebosa genialidad y frescura, y ahora resulta que, además, canta! Y bastante bien! Otro escalón en la insobornable y calculada carrera profesional del actor, uno de las presencias más generosas y estimulantes del cine actual. Con su atormentado barbero confirma su capacidad de riesgo y los registros más sorprendentes, y continúa alimentando inquietudes y misterio con sus gestos y miradas. Menuda evolución la de Cry Baby…Nos atrapa con su encarnación perfecta de lo maligno, con la bruma de un corazón herido, con su espíritu de venganza en forma de navajazos letales.
Junto a Depp, grandes secundarios, entre los que destaca la rarita Helena Bonham-Carter (fetiche de Burton, para que todo quede en casa), que aporta palidez y malévolo arte culinario al asunto. Todos cumplen dignamente con su función satélite de este SWEENEY TODD brutal y ensombrecido, operístico y salvaje, sangriento a chorro limpio. Todos ellos se mueven por el relato con una calculada soltura, con libertad de movimientos propios de la escenografía teatral más depurada, algo que el libreto original marca

Aún así, sigue siendo un niño excéntrico y soñador, el soñador que siempre ha sido. Continúa deleitándonos con su barroquismo y un diseño de producción fastuoso, con una puesta en escena pletórica, apoteósica, irrenunciable. Pero esta vez la imaginación de este niño grande no ha logrado hacerme soñar. 

Lo mejor: La puesta en escena, especialidad de Burton.
Lo peor: Precisamente que se haya elegido el género musical para articular el oscuro mundo del director.