Casual Day
El cine ha sido y continuará siendo un perfecto espejo que muestra las realidades de la sociedad y los cambios que sufre ésta, tanto en los ámbitos humanos, las relaciones personales o el mundo laboral. Y el cine español en los últimos años ha sabido reflejar mejor que otras cinematografías los cambios en el mundo empresarial, con films como El Método, Smoking Room o El Principio de Arquímedes, que ponen el dedo en la llaga sobre distintos aspectos de los actuales funcionamientos de las grandes empresas.
Casual Day es la segunda película de Max Lemcke, aunque es la primera que consigue una distribución y llega a estrenarse en los cines. El film explora la naturaleza de las extrañas relaciones que se crean en el mundo laboral actual, y lo hace con una mirada desesperanzadora y hasta cierto punto pesimista, pero inteligente, ácida y mordaz al mismo tiempo. El ritmo de la cinta es tan alto que apenas deja tiempo para la reflexión porque ya ha lanzado un nuevo dardo envenenadamente divertido. Toda la película se sustenta en dos pilares fundamentales, siendo el primero de ellos su fabuloso e inteligente guión, que destila un gran realismo y verosimilitud por todos sus poros, y en el que hasta los personajes más pequeños están construidos y resultan absolutamente creíbles y reconocibles para el público. Y su otro pilar es sin duda el extraordinario grupo de actores que dan vida a esos personajes, dotándoles de fuerza y alma, aunque sean unos desalmados sobre el papel. Todos realizan unos trabajos brillantes, incluso Marta Etura que sólo tiene una escena, pero por encima de todos destacan dos monstruos soberbios: Luis Tosar y Juan Diego.
Casual Day es una mirada crítica al mundo laboral y las relaciones y tensiones que éste genera, pero lo hace cargada de unas generosas dosis de ironía y mala leche que provocarán sonoras carcajadas entre el público. Unas risas que ocultan el hecho de que la mayoría del público pueda identificarse y reconocer fácilmente a todos los personajes de un film brillante.