La camarera
Otra película independiente centrada en ese lugar tan frecuentado que bien se podría convertir en un género por sí solo: el género cafetero.
La protagonista, una dulce y desencantada pastelera, centra su amarga existencia en la creación de nuevos pasteles mientras padece a un posesivo y egoísta marido y descubre que se ha quedado embarazada sin proponérselo, algo que verá como una pena más a cumplir en ese pueblo y lo que es peor, con una vida sin más cambios.
Keri Russell, que interpreta maravillosamente bien a una dulce camarera a la que le amargan la existencia, protagoniza una historia mínima basada en esos momentos inesperados y tan placenteros que nos puede deparar la vida. Ella lucha por ser dulce haciendo pasteles, inventando en cada situación que le desagrada una nueva receta, pero cuando las cosas empiezan a cambiar, ya nada es igual.
Un nuevo médico en el pueblo, nervioso e inseguro, supone una sorpresa en su vida. El embarazo también le descubre el lado humano de otras personas que la inspiran y le ofrecen nuevas perspectivas, pero nunca tendrá el valor de huir y cambiar su vida hasta que se da cuenta de que ciertos momentos tienen un gran valor. Otros un valor incalculable.
Una película muy sencilla, muy efectiva, muy amarga en muchos momentos y realmente dulce en otros, que promueve la esperanza y deseos de cambio sin implicarse, tal vez sea un error, en daños colaterales de personajes que sabemos que existen pero que apenas tienen voz.
La camarera es una película realmente dulce, cercana y atractiva.
Cabe destacar la triste historia real de la directora y actriz secundaria, que pasó de la película, una historia de amor inocente y casi friki, a una muerte realmente triste. El estreno de este film fue póstumo.