Proyecto Dos
Con todo por lo que ha pasado Proyecto Dos desde que comenzara su rodaje, casi parece un milagro que se pueda estrenar. Eso sí, con un año de retraso y en una fecha espantosa para una película española, pero al menos llega a los cines. No sería ni mucho menos el primer film con cierta entidad que se queda en una estantería cogiendo polvo.
Pero lo cierto es que después de ver la ópera prima de Guillermo Groizard uno comprende por qué ha sufrido lo que ha sufrido para poder estrenarse. Habrá quien piense que es normal, porque en nuestro cine hay pocos ejemplos de buenos thrillers, lo cual es totalmente erróneo, ya que es uno de los géneros más en alza. Pero Proyecto Dos no tiene ni pies ni cabeza. Sus primeros diez minutos son un puro caos visual capaz de desesperar a cualquiera. El film está rodado al más puro estilo de un videoclip, con una cámara cuyos frenéticos movimientos sólo son comparables a uno de los peores montajes de la historia del cine español. Y es que el intento de Groizard por ofrecer una cinta moderna, con una narración ágil, se convierte en una mera forma de tapar los agujeros argumentales mareando al espectador, para que éste no pueda enterarse de nada hasta que ya es demasiado tarde para comprender el error cometido al ver semejante despropoósito. El guión no es más que una interminable sucesión de lugares comunes, trucos y golpes de efecto imposibles que pretenden crear la falsa impresión de una historia original y en cierto punto innovadora. Y han sido necesarias cuatro mentes preclaras para escribir tal infamia. Las escenas de acción, que parecen recién sacadas de cualquier serie mala de televisión, están mal rodadas, y dan una pobrísima impresión. En cuanto a los actores, Adriá Collado resulta insufrible de principio a fin, y Lucía Jiménez hace lo que puede con un personaje verdaderamente patético.
Proyecto Dos es una película que tiene que enmascarar con un montaje caótico y frenético su flagrante vacío argumental, y es que estamos ante una de las peores películas del año. Sin duda, son films como éste los que causan el peor de los daños al cine español: crear en el público esa pobrísima impresión provocando su aversión a todo lo que tenga relación con nuestro cine.