Rastro Oculto (Untraceable)
Dirigida por Gregory Hoblit, responsable de títulos como Las dos caras de la verdad, Fallen, Frequency, La guerra de Hart o Fracture y de series como La ley de los Angeles o Canción triste de Hill Street, nos llega Untraceable, traducida por estos lares como Rastro oculto.Protagonizada por Diane Lane, Colin Hanks, Billy Burke, Joseph Cross, Mary Beth Hurt, Tim De Zarn y Daniel Liu, la película cuenta la historia de un depredador cibernético que cuelga torturas y asesinatos en su página web. El destino de sus prisioneros depende del público: cuantas más visitas registre su página web, más deprisa morirán las víctimas. Cuando el juego del gato y el ratón se convierte en algo personal, la agente especial del FBI Jennifer Marsh y su equipo deberán lanzarse a una carrera contrarreloj para dar caza al asesino.
Hay dos modos diametralmente opuestos para entrar a valorar y analizar a Rastro oculto: el primero sería el del mero entretenimiento, sus virtudes y errores como thriller policíaco en clave psicológica, y el otro el de su mensaje de advertencia, o lo que es lo mismo, su moraleja.
En el primer aspecto nos encontramos con una película a priori interesante aunque tampoco verdaderamente novedosa pues, a rasgos generales, trata una temática similar a la de las películas snuff, como Tesis o Asesinato en 8mm, Hostel 2 (recordemos que los címenes se concertaban a través de la red) o, ya en el mundo paranormal, la nipona Kairo y su remake hollywoodiense Pulse.
Volviendo al tema en cuestión, Rastro oculto se antoja algo lenta en cuanto a desarrollo, en una suerte de Saw online en la que, como suele ser habitual, las pesquisas policiales (a pesar de la constante verborrea de términos ténicos) resultan infructuosas hasta el momento en el que los cabos sueltos terminan por encajar en un momento de lucidez mental. A fin de cuentas, se trata del típico desarrollo de un thriller al uso, y no hay nada que reprocharle, si bien en el caso de Rastro oculto éste se antoja quizá excesivamente precipitado y, si se me permite el coloquialismo, muy pillado por los pelos.
Por otro lado, si algo merece destacarse de Rastro oculto es su mensaje de advertencia, su toque de atención a la truculencia y el morbo crecientes que tanto parece captar la atención de la sociedad actual, ya sea a través de algo tan extremo (y, por el momento, inimaginable) como los asesinatos publicados en la red, ya sea por la creciente popularidad de programas televisivos amarillistas en los que el hambre de desgracias ajenas es su principal reclamo, del mismo modo que ocurre con los reality shows, cada vez más salvajes, descabellados y decadentes.
Así pues, podríamos definir a Rastro oculto como un thriller psicológico resultadista aunque fácilmente olvidable, y que, si obviamos el absurdo perfil esbozado de los usuarios de internet y de ciertas incongruencias en su argumento, puede resultar entretenido a pesar de su poco brioso ritmo, que a fin de cuentas es lo que cuenta.