Éste no es el mejor filme de Eastwood, pero tiene bastantes puntos a su favor como para, al menos verlo una vez. Aunque luego decidan no repetir la experiencia.

★★☆☆☆ Mediocre

Ruta suicida

A lo largo de la década de los 70 Clint Eastwood combinó sus primeros filmes como director con trabajos como actor de tinte más comercial, aunque él mismo se puso tras las cámaras para recaudar fondos y permitirse así trabajos en principio no aptos para el gran público, títulos como Infierno de cobardes, Breezy o El fuera de la ley. Y tras el enorme éxito cosechado con Harry el Sucio, Eastwood lo vio claro: la mejor manera de atraer al público a la pantalla era repetir la fórmula del policía duro y de gatillo fácil. Hacia 1977 ya habían visto la luz dos secuelas del inspector Callahan y un puro y duro filme de acción titulado Licencia para matar.

El año del estreno de Star Wars Eastwood volvía a la carga interpretando a un policía, aunque en esta ocasión no sería el famoso detective del Magnum 44, sino que por el contrario nos encontramos con Ben Shockley, un agente alcoholizado y descontento, que tan sólo espera completar sus 20 años de servicio y retirarse a algún lugar tranquilo. Todo cambiará para él cuando se le encargue viajar a Las Vegas a recoger a un “testigo sin importancia para un juicio sin importancia”, y trasladarlo de vuelta a Phoenix. Ésta es la premisa de Ruta suicida.

Shockley se define como un policía que “hace lo que le mandan”, pero que al mismo tiempo “siempre cumple lo que le mandan”. Es por ello que el jefe de policía Blakelock le encarga la misión. Al llegar a la ciudad del vicio Shockley descubrirá que su testigo es una prostituta sexy y lenguaraz quien le asegura que la vida de ambos corre peligro. El en principio incrédulo policía descubrirá que la chica está en lo cierto, y que en una carrera existente se hacen apuestas a un caballo llamado “Mally no lo conseguirá” (la prostituta se llama Gus Mally). Los números son de 50 a 1.

Comienza así una loca carrera en la que la pareja son perseguidos por la Mafia e, inexplicablemente, también por la policía. Entre encontronazos con moteros, fugas en moto y coche, tiroteos interminables y helicópteros que explotan, los en principio antagónicos Shockley y Mally irán conociéndose mejor…

Ruta suicida fue hasta entonces la película más cara rodada por la compañía Malpaso, y a pesar de sus violentas y pirotécnicas escenas de acción el guión no es lo bastante consistente como para afrontar tiroteos y persecuciones que acaban alargándose demasiado. Cierto es que es interesante la forma en que se aborda la relación entre policía y prostituta, y que hay cuantas buenas frases “al estilo Callahan”, pero el ritmo de la película no acaba de despegar. El que sea probablemente uno de los tiroteos más largos que haya presenciado (en dos fases), el de la escena final, es francamente memorable, pero por lo general en esta ocasión Eastwood no se muestra tras la cámara tan sólido como en Licencia para matar (que no deja de ser un filme correcto) o la cuarta entrega de Callahan Impacto súbito. La película obtuvo muy malas críticas, y no sé si el propio Eastwood fue consciente de haber parido un trabajo menor, pero aparcó temporalmente la dirección hasta que en 1980 volvió a sentarse tras las cámaras con Bronco Billy.

Sin duda lo mejor de Ruta suicida son los personajes: un Eastwood irónico, con alguna ligera reminiscencia de su posterior sargento Highway, y más vulnerable que su Harry Callahan, y Gus Mally, para mí lo mejor del filme. Una genial Sondra Locke reconvertida en una especie de Rosie Perez blanca, rubia, lista como un animal de supervivencia y al mismo tiempo con estudios universitarios. El mejor trabajo que le he visto a la Locke junto a Eastwood. Lo cierto es que la insistencia del californiano de incluir a su novia en sus películas acabó siendo cargante, y parecía que Sandra, segura de su condición de amante del director, al final ya ni se esforzara en actuar, pero en Ruta suicida la actriz brilla con luz propia, robándole escenas al propio director. Una vez más, como prueba de que Eastwood no se olvida de aquellos amigos o colegas que son de su gusto, nos encontramos a un viejo conocido interpretando al compañero policía de Shockley. Se trata de Pat Hingle, el estricto juez de Cometieron dos errores.

Por último, señalar que Ruta suicida tiene el dudoso honor de contar con el que seguramente sea el peor final que he visto en una película de Eastwood. Tildarlo de previsible quizás sería ser injusto, porque en este tipo de filmes todos tenemos una idea de cómo acabará, pero esa última escena resulta demasiado desdibujada e inverosímil incluso para una cinta de acción como ésta. Años más tarde John McTiernan rodaría uno parecido, pero de alguna forma encajaba mejor. Éste no es el mejor filme de Eastwood, pero tampoco es un desastre absoluto. Tiene bastantes puntos a su favor como para, al menos verlo una vez. Aunque luego decidan no repetir la experiencia.

Lo mejor: Los personajes, destacando una Sandra Locke en muy buena forma.
Lo peor: Un final demasiado pobre y previsible.
publicado por Moebius el 25 febrero, 2008

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