“El Dr. James Xavier crea unas enzimas alteradas molecularmente que aumentan la onda espectral del ojo humano y permiten ver a través de las cosas. Los efectos a largo plazo serán totalmente imprevisibles.”
Una de aquellas pelis en las que se narra la degradación personal y profesional de un científico presa de su propia ambición, tema que nos ha ofrecido grandes clásicos del género como Viaje alucinante al fondo de la mente o La mosca por nombrar algunos, y que junto a las paradojas temporales, presiden mi Top ten de temas favoritos de ciencia ficción.
Un sólido guión, una buena interpretación de Ray Milland y el buen hacer de Roger Corman, hacen de esta película un ENTRETENIMIENTO en mayúsculas que te mantiene en vilo hasta el final y que acaba por dejar en el espectador un amargo sabor de boca.
Durante su descenso a los infiernos, el Dr. Xavier pasará de médico a adivino feriante, y posteriormente a curandero, mientras que sus poderes irán degenerando y volviéndose más inestables. Aunque la historia no deja de ser seudo científica, lo sobrenatural queda siempre implícito gracias a la banda sonora y el acertado uso de la cámara, que irán acentuando ese ambiente de pesadilla a medida que avanza el metraje, para ello echarán mano de la técnica del point of view y de unos efectos que quizás hayan quedado algo desfasados, pero que aun hoy mantienen cierta fuerza impactante. El filme logra varias imágenes que se quedan grabadas en la retina del espectador y que estoy seguro forman parte del imaginario de toda persona que haya visto la película de pequeño. Memorables son la escena de la fiesta en la que la gente parece bailar desnuda y el apoteósico final.
También son de una inusual lucidez algunos diálogos, como cuando la doctora Diane lleva a Xavier en coche y él intenta describir lo que ve:
“La ciudad, como si fuera un enorme monstruo alzando al cielo sus tentáculos de metal, y sus miembros sin carne, vigas sin piedra, anuncios sin ningún soporte. Cientos de cables balanceándose en el vacío. Una ciudad diabólica y suelta en un ácido luminoso. Una ciudad de muerte.”
Este es, sin duda, uno de los mejores trabajos del gran Roger Corman y un clásico como la copa de un pino de la serie B de antaño, ya saben, de cuando la serie B era un oasis descontaminado de ciertas tendencias del cine más comercial y no el montón de porno y gore auto paródico que es ahora.
La frase: “San Mateo, capítulo V, versículo XXIX: Si tus ojos te escandalizan, ¡arráncatelos!”