El acierto de Fernando Fernán-Gómez como director es respetar el espíritu paródico que la propia obra tenía en 1918, año en que se estrenó, y saber reirse de ese teatro rancio y tremendista que se hacía en la época.

★★★★★ Excelente

La Venganza de Don Mendo

Hacía como 20 añitos que no la veía o leía, y vive Dios que no me arrepiento de haberla redescubierto: ‘La venganza de Don Mendo’ es todo un ejemplo de adaptación de un clásico teatral a la gran pantalla. No tanto por la espectacularidad de su puesta en escena (cutre look tremendo) ni por la fidelidad al texto (habría que ser un zote para desaprovechar semejante alarde cómico). El acierto de Fernando Fernán-Gómez como director es respetar el espíritu paródico que la propia obra tenía en 1918, año en que se estrenó, y saber reirse de ese teatro rancio y tremendista (y pobre de recursos) que se hacía en la época. La versión cinematográfica de ‘Don Mendo’ es una parodia de la versión teatral de la misma, que a su vez era una parodia de los dramas de honor de Lope de Vega o Calderón de la Barca. Bonito juego de muñecas rusas…

La historia es bien conocida: Don Mendo, marqués de Cabra, es sorprendido en la alcoba de Magdalena, hija de Don Nuño y prometida de Don Pero, duque de Toro. Mendo jura a Magdalena que no desvelará su relación, y acaba preso por ladrón. Pero escapa de una muerte horrible, y desposeído de su identidad, comienza una nueva vida como trovador. Años más tarde, el Destino le brindará una oportunidad de oro para perpetrar su venganza contra la casquivana Magdalena. Será una venganza de proporciones épicas, morirá hasta el apuntador. Literalmente.

La película, en vez de escenificar la historia desde dentro, recurre a la táctica de la "obra filmada", es decir, cuenta la representación de la obra, recurso que luego fue utilizado por Peter Greenaway (‘El niño de MacÔn’) o Louis Malle (‘Vania en la calle 42’), entre otros. Esto da pie al director a mostrar toda la caspa que podía rodear una de esas cutres representaciones, desde los decorados de cartón piedra a los figurantes que dan vueltas a una torre para parecer un ejército. El efecto es hilarante de por sí. A ello hay que sumarle unas interpretaciones maravillosamente histriónicas, destacando un Fernando Fernán-Gómez totalmente desatado y un Juanjo Menéndez magistral, y el que es la estrella de la función, un texto burlesco que escribió Pedro Muñoz Seca en 1912 y que 50 años después no había perdido ni un ápice de su comicidad. Ahora, casi 100 años después, puede parecer a primera vista trasnochado y casposo, pero es un verdadero prodigio del uso del castellano, y en un 95% sus juegos de palabras y sus malabarismos lingüísticos siguen vigentes.

Y como guinda al pastel, reseñar que los gags visuales que añade Fernán-Gómez a su versión están a la altura de los mejores Zucker-Abraham-Zucker o Mel Brooks (los "cuernos" del Duque de Toro cuando sospecha la infidelidad de su esposa, los risibles FX en la mazmorra o en las batallas). Si la peli se estrenara ahora con un título estilo "Las locas locas aventuras de Don Mendo", hacía furor entre los freaks de turno, seguro. Pero como es española, de los 60 y "de teatro casposo", pues nada, al ostracismo.

Han pasado ya 45 años desde el estreno de esta versión cinematográfica, y duele ver cómo la comicidad de nuestro cine este año se ha reducido a ‘Los Managers’, ‘Desde que amanece apetece’ o ‘Isi Disi’. Y eso que es nuestro "género fuerte". Si Pedro Muñoz Seca se levantara de su fosa común en Paracuellos del Jarama (vil guerra civil), el que se liaba a tiros era él.

Un 9. Con dos Quiñones.
Lo mejor: El texto, entre los mejores de nuestra lengua. Los geniales actores, que saben perfectamente a qué juegan. Y la apuesta visual de un Fernán Gómez en estado de gracia.
Lo peor: Confundirla con otra españolada.
publicado por Plissken el 12 febrero, 2008

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