El film es todo un exponente de la buena sci-fi de antaño, para nada resulta tremendista, patriótica ni triunfalista, es más, es ante todo un relato sobre supervivencia. Una interesante y atípica variante del náufrago defoeniano.

★★★☆☆ Buena

Robinson Crusoe on Mars

La curiosa adaptación del clásico de Daniel Defoe que realizó Byron Haskin a mediados de la década de los 60 titulada “Robinson Crusoe on Mars“, es sin lugar a dudas, uno de esos clásicos de la ciencia-ficción tan simpáticos como olvidados.

Lejos de la vulgaridad y poca gracia de la amplia mayoría de productos actuales de dicho género, el film de Haskin posee una fotografía y un diseño de producción ciertamente remarcable, unos efectos especiales un tanto desfasados pero entrañables y sospechosamente parecidos a los de otro film anterior suyo: “La guerra de los mundos” (1953) y aunque cuente con unas actuaciones irregulares en general, rebosa entretenimiento por los cuatro costados, consolidándose como una obra ideal para convertirse en joyita de culto para los frikis. Recalcar que la cinta podría haber caído fácilmente en el ridículo viendo el argumento inicial, pero no es así.

Cabe decir que pocas novelas se han adaptado tantas veces y con resultados tan poco satisfactorios como “Robinson Crusoe” de Defoe. De las realizadas solo sobresalen algunas de la época muda y sobre todo la cinta homónima de Buñuel (sin duda, la mejor adaptación realizada hasta la fecha, con alguna que otra aportación surrealista / onírica muy identificativa del estilo del español) y esta curiosa cinta de Haskin. Para los amigos frikis también tienen “Miss Robinson Crusoe” o “Las eróticas aventuras de Robinson Crusoe” (una cinta lejos del cachondismo de Russ Meyer), dos ejemplos de la desvirtualización a la que llegaron algunas de las adaptaciones del clásico original. De la versión telefilmesca protagonizada por Brosnan, me reservo mis incendiarias impresiones.

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La cinta de Haskin nos cuenta como una misión a Marte para evitar colisionar con un meteorito, sus tripulantes se ven obligados a eyectarse hacia el planeta pues su nave está siendo atraída por la órbita del planeta. El comandante Draper (Paul Mantee) sobrevive al impacto pero no su compañero. Solo y con escasos recursos, Draper se enfrenta a la posibilidad de perecer en las próximas horas. Pero con una lenta adaptación a la atmósfera de Marte, el descubrimiento de agua y vegetales, la supervivencia de Draper parece segura. Explorando la superficie marciana descubre a naves alienígenas rondando por la zona – las cuales traen a esclavos humanoides a excavar minerales al planeta -. Precisamente uno de los esclavos es rescatado por Draper y comienzan a ser perseguidos por las naves marcianas. Ya con compañía, el astronauta se encargará de educar al esclavo (el Viernes de esta epopeya), y ambos lucharán juntos por sobrevivir ante la hostilidad del clima del planeta y el asedio por parte de las naves extraterrestres.

La forma que tiene Haskin de trasladar el concepto de naúfrago al de astronauta que debe aprender a sobrevivir en un planeta desconocido, no solo está conseguido sino llevado al extremo, aumentando todo lo que la novela ofrecía, pues las condiciones que el protagonista se encuentra son mucho más precarias y peligrosas que su hermano barbudo isleño. Sería como elevar al cubo dicho concepto.

Si Buñuel optaba por aportar su granito de arena en su adaptación mexicana, añadiendo una pizca de surrealismo y variando alguna cosilla (recuerden que el aragonés le apasionaba el personaje y su soledad, que no la novela), aquí Haskin opta por tomarse unas licencias que a priori podrían resultar cuestionables e incluso inverosímiles en según que ámbitos, pero con resultados notables y perdonables viendo las pocas pretensiones y la humildad del film.

Aunque hay detalles que son puramente sci-fi, existe también una intención de narrar algo con realismo, dentro de lo que cabe y de la ficción que supone, como por ejemplo escenas como la construcción de un despertador mediante un reloj de arena, cuando consigue encontrar las algas, la elaboración de un vestido mediante vegetales o las visiones del protagonista producto de su soledad prolongada. La licencia tomada más significativa es Viernes, que aquí nos encontramos a un esclavo humanoide encargado de realizar trabajos de minería.

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Pero no todo es oro lo que reluce, pues aunque se trate de un film más que estimable, los FX son un tanto cutrillos y totalmente anticuados (aunque con cierto encanto y en algunos casos muy conseguidos), la cinta se salva en algunos detalles porque no se le puede pedir mucho vista su entidad, y las actuaciones son irregulares y dispares, si bien Paul Mantee está correcto, pero Victor Lundin como Viernes, está cuanto menos que espantoso, con una sosería similar a la de Tom Welling en la pedorra serie teen del hombre de acero.

El film es todo un exponente de la buena sci-fi de antaño, para nada resulta tremendista, patriótica ni triunfalista, es más, es ante todo un relato sobre supervivencia y la superación diaria. Sus mayores virtudes radican en una falta de pretensiones evidente, su humildad, la clara añoranza que despierta en los frikis este tipo de cine tan cuco y por ser una interesante y atípica variante del náufrago defoeniano.

Lo mejor: El diseño de producción. Su falta de pretensiones. Su humildad. La clara añoranza que despierta en los frikis este tipo de cine tan cuco. Ser una interesante y atípica variante del náufrago defoeniano.
Lo peor: Ser un pequeño clásico del género totalmente olvidado.
publicado por Javier G. Pasamón el 7 febrero, 2008

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