Ver a la Deneuve mover los brazos en un intento de sensualidad al ritmo de una canción plomiza es una rareza tan digna de presenciar como de olvidar.

★★☆☆☆ Mediocre

La había pospuesto un número infinito de veces por pereza o por dejadez, pero al fin, la recomendación de un amigo ha dado a su fin con un veredicto esperado: aunque coincidamos en un amplio gusto cinematográfico, algo probado en nuestras excursiones al cine, seguiremos teniendo nuestros particulares lados oscuros irreconciliables.

Esta película fue un acontecimiento en Francia, pues reunía por primera vez a un buen número de las grandes damas del cine galo en una película extraña, mezcla del cine heredero de las novelas de Agata Christie y el melodrama musical. Grandes intérpretes de varias generaciones como Catherine Deneuve, Isabelle Huppert, Fanny Ardant, Emmanuelle Beart, Virginie Ledoyen o Ludivine Sagnier componen una obra de teatro filmada, en la que 8 mujeres tratan de descubrir al asesino del único hombre de la casa.

En una mansión aislada por la nieve, ocho mujeres descubren el cadáver del marido de una de ellas. Tanto esta mujer, como su madre, su hermana, sus hijas, su cuñada o las criadas de la familia pueden esconder alguna razón para haber asesinado al hombre a sangre fría. Entre sorpresas y números musicales, las mujeres tratarán de esclarecer el misterio descubriendo las miserias y secretos de una familia muy poco usual.

Cada una de las actrices da vida a un personaje femenino, todos repletos de excentricidades, oscuros secretos y deseos ocultos en una trama que comienza de una manera clásica, recordando a películas como “10 negritos”, pero que a medida que avanza empieza a ser poseída por el espíritu de algún guionista de telenovelas. La historia se complica estableciendo relaciones imposibles entre las mujeres o dando lugar a giros de guión inesperados de tal forma que echaba de menos entre los personajes a algún Luis Alfredo o escuchar a las protagonistas hablando con el clásico acento venezolano.

Por si esto no fuera suficiente para asombrar al público, al ver a actrices del calado de las del film, habituales de un cine denso y dramático, navegar en un guión tan psicotrópico, cada cierto tiempo se desarrolla antes los perplejos ojos del espectador un número musical que poco aporta a la trama, sin ningún interés musical y con coreografías que llegan a provocar en algunos momentos la vergüenza ajena. Ver a la Deneuve mover los brazos en un intento de sensualidad al ritmo de una canción plomiza es una rareza tan digna de presenciar como de olvidar.

Es posible que haya quien se tome todo como una parodia a este tipo de películas y disfrute con el lucimiento de unas actrices que son capaces de llenar la pantalla con diálogos que en otras bocas provocarían la huida, pero yo fui incapaz de contemplar la pantalla con esa perspectiva. Así como disfruté con los números musicales de “El otro lado de la cama” o con las hilarantes intrigas detectivescas del clásico “Un cadáver a los postres”, me aburrí de forma soberana con el ir y venir de unos personajes sin chispa, incapaces de sacarme una sonrisa ni de involucrarme en una historia demasiado marciana para mi gusto.

No sé como se vería el guión sobre el papel, ya que es imposible deducir el éxito de una película a priori, pero me resulta bastante complicado pensar que todas estas actrices hayan visto en una historia semejante una buena película, a no ser que accedieran bajo coacción o bajo el peso de un montón de billetitos verdes.

Lo mejor: El extravagante personaje de Isabelle Hupert.
Lo peor: A caballo entre la trama de telenovela y los insulsos números musicales.
publicado por Heitor Pan el 21 enero, 2008

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