Ni funciona como película de acción, ni como drama aleccionador, ni como aventura mística-épica.

★★☆☆☆ Mediocre

El libro de eli

Últimamente hemos podido comprobar cómo el cine apocalíptico está muy de moda en la industria hollywoodiense y en los últimos años han sido varios los títulos que han desfilado por las pantallas de todo el mundo mostrando las miserias del ser humano y cómo sería un planeta destruido. Si hace poco disfrutaba de la dureza y el realismo de La Carretera, el pasado fin de semana fue el turno de echarle un vistazo a El Libro de Eli, y el resultado es una mezcla agridulce de sensaciones contradictorias.

 

 

 

La película comienza de forma prometedora, y durante los primeros minutos conseguimos introducirnos de lleno en la atmósfera apocalíptica de ese mundo devastado gracias a una buena fotografía (tonos grises y luz excesiva) y a la fuerza de las imágenes, ya que apenas hay diálogos. Además, desconocemos buena parte del argumento y eso contribuye a que el espectador se centre simplemente en lo que ve y se deje llevar por las buenas panorámicas  que se muestran en pantalla. Pero lamentablemente las buenas sensaciones no duran demasiado y cuando el guión, bastante lineal y pobre, hace acto de aparición en todo su (escaso) esplendor, la película empieza un ligero declive que ya no abandonará hasta su paupérrimo final.

 

 

Y buena parte del desencanto proviene de la elevada pretenciosidad que embadurna la historia y del marcado carácter moralizante del que abusa la cinta, empleando la religión como herramienta para crear un mundo mejor. Personalmente, es entonces cuando la cita perdió gran parte del interés que había despertado en mí merced a la importancia que los directores le otorgan a la fe en la religión por encima de la fe en las personas. Simplemente, no necesito de un mensaje tan moralizante y religioso a estas altura de la vida. 

 

 

Y eso que el film ofrecía aspectos interesantes, como el cóctel de elementos que conjugan los hermanos Hughes, con referencias a otras películas apocalípticas como Mad Max, toques de western futurista y algunos pasajes realmente surrealistas que pueden incluso arrancar alguna que otra sonrisa. Gary Oldman construye de nuevo un villano bastante decente, uno de esos malos de película culto, refinado, astuto y realmente ambicioso enfrentado a un Denzel Washington que pasa por la película sin pena ni gloria, con una actitud hierática (supongo que por exigencias del guión) y en el papel de un personaje demasiado místico e inundado de una majestuosidad y solemnidad excesivas para mi gusto. Ha tenido actuaciones mejores, sin duda.

 

 

En definitiva, la cosa pintaba bien en un principio, a pesar de los mecanismos ya vistos con anterioridad en otras películas, pero la propuesta se desmorona a medida que se despliega ante nosotros el matiz del elemento clave del film, ese libro que el personaje de Denzel Washington defiende a capa y espada por encima de cualquier otra cosa, y todo desembocará en un decepcionante final cargado de moralina y alargado en exceso. Ni funciona como película de acción, ni como drama aleccionador, ni como aventura mística-épica. Amigo Denzel, la próxima vez invierte tu dinero en otra historia menos pretenciosa, por favor.

Lo mejor: El planteamiento inicial (aunque luego se desmorona) y la fotografía.
Lo peor: El mensaje moralizante y aleccionador excesivamente religioso.
publicado por Diego Oliver el 27 marzo, 2010

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