La camarera
Si hay algo que vende hoy en día en nuestra sociedad, es el morbo, y ahí están todos los pseudo-programas de televisión cuyo único fin es sacar a la luz las historias más morbosas para alimentar la avidez del ser humano por los sucesos escabrosos. Con todo ello, resulta casi increíble pero digo de aplaudir que un hecho tan dramático como el asesinato de Adrienne Shelly no se haya utilizado como herramienta promocional de La Camarera.
Desde aquí reiteramos nuestro más sincero reconocimiento al departamento de prensa de Fox España, por no jugar con el sensacionalismo y el dolor ajeno con tal de aumentar la expectación en torno a una de sus películas. Una vez dicho esto, hay que señalar que La Camarera es una comedia con ciertos toques melodramáticos y románticos excesivamente empalagosa. La historia se queda intencionadamente a medio camino entre el drama y la comedia, aunque el resultado final termina siendo muy blando y sentimentaloide. El guión tiene profundos altibajos, y los personajes, que para caer simpáticos llegan demasiado al ridículo, están mal escritos y peor desarrollados. Pretende, además, utilizar los elementos culinarios para dar a la cinta una atmósfera mágica, pero en esto también fracasa, y se queda muy lejos de grandes películas como Un Toque de Canela o Como Agua Para Chocolate. Las interpretaciones son correctas, aunque llama la atención que Keri Russell suene como posible candidata al Oscar por un trabajo tan correcto como anodino.
La Camarera es una comedia romántica excesivamente blanda que se encuentra más cerca de la ñoñería de Chocolat que del realismo mágico de Como Agua Para Chocolate. La historia, ni emociona ni hace reír, incurre en numerosos tópicos, y su final es de lo más previsible, si es que se tiene valor para aguantar semejante indigestión de dulce hasta las últimas consecuencias.