Stardust
El cine fantástico experimenta un gran auge desde que Peter Jackson rompiera las taquillas de todo el mundo con la adaptación de El Señor de los Anillos. En Hollywood lo interpretaron como una señal del potencial del género, y si no, ahí están Las Crónicas de Narnia, Eragon, Los Seis Signos de la Luz, todas ellas, con fuertes influencias de las películas de Jackson.
Ahora le toca el turno a Stardust, película que adapta la obra de Neil Gaiman, que cuenta cómo un pequeño pueblecito de la Inglaterra del siglo XIX está separado de un mundo mágico por un muro. Tristan (Charlie Cox), cruza al mundo mágico para recoger una estrella caída y así poder casarse con Victoria (Sienna Miller). Sin embargo, al llegar, se encuentra con que la estrella caída se llama Yvaine (Claire Danes), a la que deberá proteger de una malvada bruja (Michelle Pfeiffer). Una de las principales virtudes de Stardust es que no se toma muy en serio a si misma, dándole Matthew Vaugh un tono de autoparodia bastante atrayente. También tiene sus buenas dosis de humor puro, y llegados a este punto, es imposible no mencionar al personaje de un Robert DeNiro que da rienda suelta a su vis cómica. Pero tomada en serio, la historia es interesante y posee todos los ingredientes para una buena cinta de entretenimiento. Stardust capta la atención del espectador desde el primer momento, y la intensidad y el ritmo del film no decaen en ningún momento a pesar de su larga duración. A nivel técnico, está muy lograda, y a nivel interpretativo, todos los actores rinden a un gran nivel.
Stardust es una película emocionante y divertida, que hará disfrutar de lo lindo a cualquiera que quiera entrar sin prejuicios en una historia que tampoco se toma muy en serio a si misma. Está lejos de los niveles de El Señor de los Anillos, pero mejora claramente al resto de films fantásticos realizados a su estela.