Si la ciencia ficción es un género que permite explorar las inquietudes del género humano a escala global, ésta Soylent Green es una pieza inmortal que Richard Fleischer dirigió con sobriedad.

★★★★☆ Muy Buena

Cuando el destino nos alcance

La ciencia ficción al servicio de un thriller apocalíptico que juega con tres ideas básicas de gran relevancia actual: el cambio climático, la superpoblación, y el monopolio de los recursos por parte de una minoría empresarial.

La permanencia de sus temas, en referencia a la sociología y el consumo globalizado de nuestro presente, es uno de sus valores principales, a pesar de ser un filme diseñado en función del emergente ecologismo de principios de los setenta. Si la ciencia ficción es un género que permite explorar las inquietudes del género humano a escala global, ésta Soylent Green es una pieza inmortal que Richard Fleischer dirigió con sobriedad. Un relato solvente que expone una trama policíaca en un entorno apocalíptico, con lo cual viene a ser un claro precedente de obras maestras como Blade Runner, aunque, eso sí, la obra de Fleischer no aprovecha la temática y el escenario de forma tan sugestiva, como sucede en el filme de Ridley Scott.


Más allá de la exploración y la reflexión socio-económica, el filme encuentra su alma en la relación descrita en torno a los personajes interpretados por sendos iconos de la cinematografía hollywoodiense, Charlton Heston y Edward G. Robinson, cada uno de ellos representante de dos épocas separadas por un abismo de destrucción y desequilibrios a escala planetaria, lo cual da pie a un efectivo drama de opuestos. Drama que encuentra una resolución sensible en el momento en que el personaje central comparte la belleza del mundo anterior con el anciano Sol, el último lazo fraternal entre dos generaciones separadas por el tiempo y el declive cultural, siendo el anciano el verdadero impulsor de la gran revelación final, una idea macabra que viene a ser una imagen de la situación en nuestros días: aunque sea metafóricamente, ya somos ganado de las grandes empresas que utilizan nuestras vidas y nuestras conciencias en beneficio de unos pocos.

Según el desgarrador grito final de un agonizante Charlton Heston, nosotros también podemos afirmar que nuestro estado actual se mantiene con la muerte de los seres humanos que habitan en los ámbitos afines a lo que llamamos “tercer mundo“, ya que la muerte de unos – en un contexto de superpoblación y sabiendo que el planeta tiene recursos limitados – permite que la minoría del mundo rico pueda seguir disfrutando de sus privilegios.

En consecuencia, la película esconde una macabra alegoría de la situación actual. Sustitúyanse los “cadáveres humanos” por el beneficio ganado por cada ser humano condenado a morir de inanición. Quizá necesitemos de una voz que nos demuestre con claridad que nuestro sistema se alimenta de la muerte. Aunque, también es verdad, tendemos a pensar que el planeta tiene recursos suficientes para abastecer a toda la población, lo cual no es cierto, o al menos, no todos podrían disfrutar del nivel de vida dado en la llamada “sociedad del bienestar“. La película también incide en ese aspecto al mostrar cómo la alimentación de calidad y el lujo solo están al alcance de unos pocos.
publicado por José A. Peig el 21 octubre, 2007

Enviar comentario

muchocine 2005-2019 es una comunidad cinéfila perpetrada por Victor Trujillo y una larga lista de colaboradores y amantes del cine.