El Orfanato
Escuchado a la salida de la película: “Pensaba que iba a ser otra españolada, pero el Jimmi vino a verla el viernes y me dijo que estaba de p… madre.”
Qué lástima tener que seguir escuchando cosas así, pero la juventud de este país aún piensa que el cine español es, en general, una mierda. Bueno, la juventud, la madurez y la senectud: con honrosas excepciones (Amenábar), los españoles renegamos de nuestro cine y hasta fue necesario que Almodóvar triunfara primero en Francia y después en Hollywood antes de ser reconocido en España.
Lo triste del asunto es que, cuando sale un “El orfanato”, en vez de hablar bien del cine español, la cosa se despacha con ese tétrico “no parece una película española”, quizá la frase que más ha contribuido a que este largo fin de semana las salas de cine que proyectaban la película de Bayona hayan estado a reventar y a que, al final de la misma, hasta se escucharan algunos y tímidos aplausos.
¿Por qué, de repente, los espectadores españoles acuden en masa y en tropel (parece que las cifras de “El orfanato” van a ser de récord tras su primer fin de semana de exhibición) a ver según qué películas españolas?
Podríamos empezar diciendo que el género de terror y suspense es una baza a favor, pero tampoco garantiza el éxito, como Jaume Balagueró podría atestiguar. En este caso, eso sí, estamos ante una modélica película de terror, una película de libro, con sus sustos, repullos, tensión, angustia, miedo y sobresaltos varios.
El hecho de que la protagonista no se desnude, también es una baza a favor de la complicidad con una audiencia, sobre todo la femenina, que está harta de que nuestras actrices tengan que salir en pleno refocile, al menos, un par de veces por película. En este caso, una Belén Rueda en absoluto erótica, además de no enseñar ni mijita de carne, está extraordinaria.
Además, a los actores se les entiende cuando hablan. Vocalizan en vez de mascullar frases sueltas e inconexas, como si tuvieran un calcetín dentro de la boca o anduvieran borrachos y medio drogados. Y los efectos de sonido, impresionantes. Una película que, además de verse, se escucha, con lo que eso de ir al cine se vuelve a convertir en una experiencia regocijante. Además, ver una peli de miedo con la sala llena, mola más.
Estamos ante una película que parece una película, y no una versión alargada de la teleserie de moda. Un diseño de producción cuidado, una extraordinaria puesta en escena y, sobre todo, una sólida historia de… bueno, no diremos de qué. Eso sí, consejo de amigo, vayan al cine lo más rápido posible a verla ya que algún gracioso reventón, seguro, que va y les cuenta algo sobre la historia. O, ya puestos, el final. O le harán comparaciones con otras películas con que “El orfanato” pueda estar relacionada.
Por todo ello, vayan lo más rápido posible al cine para disfrutar aterrorizándose con una estupenda película que, sin embargo, no sé yo si terminará de convencer al sector de la academia hollywodiense más anciano, cuyos corazones no lo pasarán del todo bien con este orfanato lleno de sobresaltos.