Doble agente
No es que yo tenga nada en contra de los orientales, ni muchísimo menos. De hecho, siempre he sentido interés por esa zona del mundo tan llena de secretos y de tradiciones milenarias. Evidentemente, esto no implica que me gusten sus actuales manifestaciones artísticas, y que me pregunte por la razón que el manga, el ánime y otras muchas disciplinas tengan tantísimos seguidores en todo el mundo. Evidentemente, algo debe de tener el agua cuando la bendicen, pero sinceramente diré que yo no les veo ningún interés.
Con el cine asiático me ocurre algo diferente, ya que aunque en muchísimas ocasiones me encuentro con interesantísimos planteamientos, me ocurre, y les prometo que no es broma, que no soy capaz de diferenciar a unos personajes de otros, por su enorme similitud en los rasgos.
Es lo que me ha pasado con Doble Agente, una película Coreana que narra la historia de un agente de la Corea del Norte que se pasa a la del Sur como agente que desertor, y que vive una compleja historia en la que no siempre queda claro cuáles son sus lealtades.
El filme es interesante, aborda un tema complejo y con el que se está muy sensibilizada la zona, y lo hace sin la típica exaltación de la patria que caracteriza este tipo de películas cuando provienen de Hollywood, dejando claro, por decirlo de alguna forma, que “en todas partes cuecen habas”.
Está presente en todo momento, eso sí, la tensión que transmiten las buenas películas de espías, y que recuerdan a aquellas que sobre la Guerra Fría se rodaban en los años 60 y 70, con argumentos basados en las excelentes novelas de Forsyth y Le Carré.
Una buena producción y un tempo a medio camino entre el asiático y el europeo completan una más que aceptable cinta, que cuenta con todos los ingredientes necesarios para hacer pasar un buen rato al espectador… que sea capaz de diferenciar a unos personajes de otros.