Formalmente efectiva y precisa en la realización, quizá el guión adolece de esquematismo, lógica consecuencia del obvio discurso, sin que ello suponga una rémora en su condición paradigmática.

★★★★☆ Muy Buena

Objetivo Birmania

Raoul Walsh dirigió en 1945 este paradigma del cine bélico, representación de las manifestaciones esenciales de la guerra desprovista de los excesos valorativos tan usuales en otros productos del género, ya sean las ínfulas patrióticas o la proclama antibelicista. Tal vez, el género en cuestión encuentra su estado de pureza cuando el material fílmico se limita a mostrar la guerra y sus evidentes atributos.

Es una historia de jerarquías, de cómo los responsables de un orden jerárquico superior utilizan a un grupo de subordinados para despejar el camino e iniciar la invasión de Birmania en el momento y lugar óptimos. El grupo subordinado -capitaneados por un Errol Flyn demasiado encorsetado en su rol militar-paternal – avanza a través de la jungla asiática sin ser consciente de todos los entresijos de la operación, desarrolla un proceso de supervivencia salpicado de moderado dramatismo, y sin caer en excesos sentimentaloides.

La guerra es una estrategia colectiva y un drama individual, y Walsh pone el énfasis en las permutaciones del soldado en la batalla (los distintos ataques a las villas o centros de control nipón) y la idea de estrategia, de forma reiterada se describen los movimientos conjuntos, con una composición visual que no escatima paciencia y tempo en recrear los detalles oportunos. Al final, un ejército del aire aparece para salvar a los sufridos héroes, momento en que la trama encubierta revela el carácter manipulador de la jerarquía. El alto mando felicita a Errol por haber cumplido con su misión, a lo que éste replica mostrando las placas de los soldados muertos: “aquí está el precio a pagar”. ¿Mereció la pena?. La cuestión esencial, y sobre la que Walsh no hace más que sugerir y abrir el interrogante sin conducir la conciencia del espectador hacia el terreno ideológico (al contrario que Spielberg en su “Salvar al soldado Ryan”).

Formalmente efectiva y precisa en la realización, quizá el guión adolece de esquematismo, lógica consecuencia del obvio discurso, sin que ello suponga una rémora en su condición paradigmática.
publicado por José A. Peig el 15 septiembre, 2007

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