Hairspray
Imagina una película musical en la que no hay ni un solo momento de descanso, ni un solo momento en el que el ritmo decaiga, y en que casi la mayor parte de su metraje te entren unas ganas terribles de levantarte de la butaca y ponerte a bailar.Pues esa, es Hairspray.
Salvo Christopher Walken (que, como dijeron en la revista Imágenes de Actualidad, está algo despistado) y John Travolta (hace gracia en todas sus apariciones, pero la expresividad es nula), todo el reparto, sobretodo los jóvenes (aunque Zac Efron no convence), está inmenso. Destacar ese James Marsden que se lo pasa en grande, y una Michelle Pfeiffer interpretando a la perfección su personaje.
Todos dan la talla en un musical donde la discriminación de cualquier tipo no tiene lugar. Ese es precisamente el mensaje de una película que es todo optimismo, color, sentido del humor y ritmo, mucho ritmo. Porque la banda sonora (ganadora de 8 premios Tony, los Oscar de Broadway) es una auténtica delicia dentro del género del cine musical, y no hay ningún número que no haga moverte, como mínimo, un par de veces el esqueleto. Destaco de toda la película Good morning Baltimore, I can hear the bells (delirantes números musicales que sirven como presentación del personaje de Tracy Turnblad), Nices kids in town, Welcome to the 60’s, Run and tell that, Big, blonde & Beautiful, Without Love, y una orgásmica finale de más de diez minutos al ritmo de la mejor canción del musical, You can’t stop the beat, que vale sus tres puntacos en la nota final de la película.
Es una película para pasártelo bien, y dejar fuera todo prejuicio cinéfilo que puedas llegar a tener normalmente en una sala de cine.
Algunas de las pegas sin mucha importancia de la película son algunas incoherencias argumentales (un enamoramiento repentino, como por arte de magia), algunos diálogos y situaciones un pelín cursis (aunque creo que el doblaje tiene gran parte de la culpa… aunque no es un doblaje para nada malo) y tópicos, algo disneyanos, pero se te olvida todo nada más comenzar cualquier número musical, porque éstos son el verdadero motor de la película. O también que toda la música pertenezca a la partitura del musical, y que no se huela nada en absoluto la música de los sesenta, y su frescura, como se podía hacer en la película original del mismo título de John Waters.
Respecto a las diferencias entre la original de John Waters, y esta adaptación del musical de Broadway, son obvias: una, la original, es, como me dijo un amigo por MSN, más hardcore y perraca, con un humor más irreverente y políticamente incorrecto, marca de la casa de John Waters, el rey del cine basura y/o freak (título que se ha ganado a pulso). Y la más reciente, pues tiene que ver mucho con la original, pero a la vez no. Es la misma historia, pero en clave de musical, y mucho más edulcorada y políticamente correcta que la otra; pero la crítica social sigue presente. A mí la de John Waters, pese a Divine y algunos puntos cómicos bastante aplaudibles, no me acabó de convencer, pero ésta sí. Por algo tan simple como que me lo he pasado mejor viéndola.
Estoy convencido de que mucha gente entrará a la sala con muchos prejuicios, por varios motivos. Para comenzar, es un musical, y eso es algo que en nuestro país no gusta demasiado, y yo no entiendo por qué, si son una gozada, y la máxima expresión de lo que se puede llegar a hacer en una película (ya que explota casi todos los medios existentes en el cine). Luego estarían los mismos prejuicios que critica la película: los físicos y raciales, pero sobretodo los físicos. Me apostaría una mano a que alguien suelta un comentario despectivo en voz alta al ver cómo menea hipnóticamente el esqueleto Nikki Blonsky, o al ver cómo un chico guaperas prefiere una chica gorda a una rubia despamanante… y ya se calificará a la película de directamente mierda. Porque la gente es así de garrula.
También estoy convencido de que mucha gente presuntamente cinéfila no aceptará la película porque es tan optimista, que se contagia. Y claro, lo optimista e incluso repipi, lo que está lleno de colorines y predica el flower-power, parece no estar de moda para los que llevan gafas de pasta. A no ser que venga firmado por los directores típicamente cools de turno.
Pues ellos se lo pierden.