Un trabajo muy honesto y preciso, en el que cada plano esta pensado para evocar la idea del tema central, aunque no consigue trascender la obviedad de su propio discurso y reitera en exceso la misma idea.

★★★☆☆ Buena

Naturaleza muerta

Una película de cine puede encontrar su razón de ser en ámbitos alternativos a la narración, puede tener un propósito meramente expositivo, lírico o el de construir metafóricamente un estado del ser. En algunos de estos ámbitos – y en función del tratamiento dado – las leyes de la narrativa quedan al margen con el objeto de enfatizar algún aspecto más concreto que no sea el de narrar una historia; el cine oriental tiene una clara tendencia hacia las miradas contemplativas y la conexión entre estado espiritual y paisaje es un recurso sencillo para una disertación visual acomodada, pero no necesariamente caprichosa.

Naturaleza Muerta, dirigida por el autor chino Jia Zhang Ke, es una película de procesos y de divergencias, de miradas y pensamientos sutiles, no de hechos que se desarrollan sobre la base del esquema al que nos subordina el guión, como suele ser frecuente. Al ser cine contemplativo, el autor usa y abusa de los planos largos, ritmo lento, planos secuencia que recorren perfiles con la sencillez y naturalidad del típico relato costumbrista, o fijar un paisaje de fondo que sirve de referente para la significación visual. Es lógico que la película sea aburrida, y no es nada recomendable para quien quiere ir al cine para entretenerse, y tal vez da la impresión de que el realizador chino se deja llevar por la arbitrariedad y la comodidad de limitarse a filmar situaciones de forma reiterada.

Pero lo cierto es que, a grandes rasgos, la composición visual y el uso del montaje están diseñados en función de un concepto, y de una idea expresiva que engloba a la humanidad con el paisaje bajo un tono desolador. Una idea demasiado sencilla, y aunque esta representada con una precisión desprovista de artificios redundantes , el resultado y lo expresado no deja de ser demasiado obvio, así que para valorar esta película lo mejor es optar por un punto intermedio, entre la honestidad intelectual de su autor, y la obviedad de su propuesta.

La película expone el proceso de dos vidas, un minero en busca de su ex -mujer y una chica que busca a su compañero sentimental. La separación y desestructuración es el tema central en todo el conjunto de relaciones, tanto a nivel de las relaciones sentimentales como en el nivel paisaje- ser humano. La psicología social ha definido cómo la destrucción del paisaje afecta negativamente al estado espiritual y anímico de sus habitantes, y casi todo el corpus de imágenes que forman la película esta encaminado a expresar dicho trastorno en la relación humano- paisaje. Es verdad que la representación carece de una tensión dramática explícita, pero estamos ante una mirada atonal, el cineasta expone unas situaciones en un contexto dado, sin manipular las emociones del espectador. Ello no implica una mirada fría – en absoluto – , y al contrario, esa crudeza atonal es su mejor baza como expresión fílmica.

Todos los recursos visuales están en función de expresar dicha disociación: el fondo paisajístico del lago y los montes que caracterizan el enclave son el marco de referencia para introducir a los dos personajes que soportan el peso del discurso, y configuran un paralelismo visual que viene a ser el recurso estilístico más habitual: un hombre o una mujer, y un paisaje al fondo. Las ruinas, las demoliciones, las nieblas que obstaculizan la visión de la naturaleza, el trabajo y los pasatiempos en un lugar en el que parece que no hay mucho que hacer ni nada interesante que decir, esos elementos correlacionan con la separación y la dificultad de entenderse con el prójimo o con el amado, la búsqueda de algo que nunca llega, una sociedad tan apática y presa del devenir impuesto por los cambios, como las nieblas permanentes y los edificios que se derrumban sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo.

En fin, un trabajo muy honesto y preciso, en el que cada plano esta pensado para evocar la idea del tema central, aunque no consigue trascender la obviedad de su propio discurso y reitera en exceso la misma idea. Es una película que puede resultar soporífera para una gran parte de los espectadores, pero no sería justo ignorar un trabajo tan concienzudo y meticulosamente diseñado, a efectos de un concepto expresado con claridad.
publicado por José A. Peig el 27 agosto, 2007

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