La noche americana
Cuando la vida deja de tener sentido, el cine tiene el poder de prolongar la ilusión con su potencial expresivo, como un juego de representaciones a modo de catarsis. O tal vez, el cine y la vida son una misma cosa, somos intérpretes de nosotros mismos en el gran teatro del mundo. El universo planteado por Francois Truffaut nos mira mediante tres ojos: el ojo del espectador y el ojo de la cámara que mira a la otra cámara que está representando otro universo. Si incluimos al espectador, tenemos tres realidades representacionales sintetizadas en un todo cinematográfico que deriva en una metalenguaje para el debate entre cualquier amante del séptimo arte.Es obvio que en ésta película prima la intención y el estilo documental, y por ello constituye un tesoro cinéfilo que se presta a muchas lecturas sobre el cine entendido como un producto industrial y sometido a las reglas comerciales, o como expresión estética , o un divertimento para sus perpetradores, como parte de su realización personal. De hecho, el mayor mérito de la película, y es en éste sentido donde el mero documental alcanza el estado de obra dramática que simboliza los problemas emocionales y la contrariedad de los personajes, es su capacidad para sintetizar la vida representada con la vida “real”, el esfuerzo por perfeccionar el trabajo interpretativo con el esfuerzo por mejorar a nivel humano (o mejor dicho, una cosa conlleva la otra). Es una película sobre personas y sobre personajes, los cuales, con máscara o sin ella, siguen siendo lo que son, o lo que todos somos.
La enorme capacidad de Truffaut para construir personajes dotados de una humanidad tan real y dinámica como la vida misma y como los entresijos del arte de la representación, proporciona al documental un poder metafórico que se constituye en la dimensión más emotiva, romántica, y en definitiva, profunda de un discurso que alienta entre la lágrima y la sonrisa, en el que los mismos intérpretes se cuestionan sus pulsiones vitales en relación con las exigencias del oficio de actor o director.
Gran película de Truffaut, aunque tal vez se extiende demasiado en algunos pasajes que no terminan de llegar a puerto significativo, y en cambio deja un poco en el aire otros aspectos de los que se podría haber sacado algo más de jugo.
Ganó el oscar a la mejor película extranjera en 1973, y es la mejor película del autor francés según la opinión de un importante sector de la crítica especializada.