El Experimento
“Se buscan voluntarios para un experimento social por un período de 2 semanas, alta remuneración; absténganse de acudir aquellos que no puedan soportar situaciones extremas”Con este inquietante anuncio comienza “Das Experiment” (El Experimento), un sofocante thriller inspirado en hechos reales (el experimento de la prisión de Stanford, en 1971, recordado como una aberración y con unos acontecimientos que acabaron en tragedia), dirigido por Oliver Hirschbiegel, debutante en el largometraje pero con gran experiencia en la televisión alemana y que, quitando algunos defectos, típicos en las óperas primas de muchos directores, resuelve bastante bien una película donde su tótem es la historia que nos cuenta. Todos los demás elementos(música, decorados, vestuario, actores), bailan alrededor del escalofriante argumento. Das Experiment ganó todos los premios posibles en su país, Alemania, y causó sensación allá por donde pasó.
Tarek Fahd es un taxista, ex reportero, que mientras ojea el periódico con desidia, se encuentra de bruces con el anuncio de marras. Con la idea de infiltrarse, acude al periódico en el que trabajaba y les propone realizar un reportaje con cámara oculta de todo lo que viva en ese periodo de tiempo. Se inscribe en el experimento, en el que 20 hombres son divididos en dos grupos, prisioneros (12) y vigilantes (8) para un experimento donde tendrán que convivir 2 semanas en una prisión simulada, adoptando los roles que se le han asignado por sorteo, o bien de prisionero, o bien de vigilante. Es dinero fácil, y todos los participantes de tal experimento es gente normal, cotidiana, gente con ganas de ganar dinero. El problema viene cuando una de las reglas para participar es renunciar a ciertos derechos civiles y cuando nos advierten que vamos a estar constantemente vigilados por cámaras. Solamente con aguantar dos semanas, tienes tu premio, pero tienes que resistir hasta al final.
Los primeros días son tomados a broma, nadie se toma sus roles en serio, pero conforme van pasando los días, todo cambia brutalmente. Cada vez el clima (aséptico, demasiado “limpio”, que da la sensación de estar observando a ratas de laboratorio por una ventanita), va volviéndose más claustrofóbico, más pesado, y por fin los participantes van tomando conciencia de los papeles que tienen que jugar dentro del experimento. Desde que acuerdan todos, el primer día, la convivencia pacífica para que todos puedan llegar al final y llevarse su recompensa, van sucediéndose, en el transcurso del tiempo la formación de líderes tanto en el bando de los presos como en el de los vigilantes, pequeñas riñas, que van aumentando, creciendo, hasta convertirse en un monstruo que a todo el mundo se le escapa de las manos y en una explosión de violencia final, y que confluyen en una creencia de sus papeles, de tal modo que llegan a creerse que ese micro-mundo en el que están viviendo, forma parte de la realidad.
El único punto negro de la película: la algo absurda historia de amor que tiene el protagonista hecha a base de flash backs y de recuerdos, que distrae la atención de lo que es el argumento principal y realmente no aporta nada interesante al resultado final.
Es de esas películas que retornan a aquellos filmes de suspense que hacen que no pares de mover las piernas en toda la proyección o que no sueltes las manos de los brazos de la silla o butaca, lleno de nerviosismo e impaciencia, por lo tanto, bastante entretenida, con una sorpresa tras de otra que logran que nos inmiscuyamos totalmente en la película. Hecha para turbarnos, para sacar conclusiones acerca del comportamiento humano en situaciones extremas, y de cómo unas personas aparentemente normales en el día a día se pueden convertir en seres tiranos, crueles y aberrantes.
Lo mejor: El director sabe mantener el clima de suspense.
Lo peor: La historia de amor del protagonista(para mí, innecesaria).