Al límite de la verdad
Un encuentro casual como puede serlo un accidente automovilístico sirve de excusa para retratar la locura actual de los habitantes de New York y su conocido individualismo, personificados en esta vez en el abogado Gavin Banek (Ben Affleck) y un vendedor de seguros llamado Doyle Gipson, encarnado por el siempre rendidor Samuel Jackson.La lucha de clases y la histeria post 11-9 con sus inevitables estereotipos, abogado exitoso, corrupto, sin ética ni moral contrastado con un vendedor de seguros alcohólico, con problemas afectivos y económicos tanto como para no poder solventar su propia familia e inevitablemente de raza negra.
Por el choque Doyle pierde valiosos minutos y el juicio por la tenencia de sus hijos, a la vez que Gavin deja olvidada una carpeta vital para su futuro a manos de su reciente enemigo desatándose una lucha feroz por recuperar su pasado reciente.
Hay que detenerse en un válido aunque desigual contrapunto actoral entre un Samuel Jackson vigoroso y real, en uno de sus mejores papeles luego del recordado Jules de Pulp Fiction y un insípido, aunque bastante correcto Ben Affleck en una carrera en ascenso, siendo ellos lo mejor y más rescatable de esta película.
No es que su director, el sudafricano Roger Mitchell responsable de la fallida y promocionada comedia Un lugar llamado Notting Hill, no demuestre en su primera incursión en el cine americano ideas propias y un ritmo firme para el drama, si no que su mirada es un tanto banal y superficial, retratando una sociedad que se le nota ajena, succionado por la maquinaria que todo lo devora -ver John Woo, Jackie Chang y varios más- acentuándose esto con la languidez del correr de los minutos.
Esto mismo la torna por momentos lenta, principalmente en las escenas de oficina un tanto anodinas y con el plus de contar con la ayuda de un excelente elenco secundario, como lo son Sydney Pollack y William Hurt sin dejar de destacar un desarrollo interesante, conciso y audaz por momentos -como los varios atentados a sus vidas entre los protagonistas- con un final -uf- con todas las concesiones posibles pro-mainstream que no esperábamos ver aunque sea por una sola y única vez.