Red Road
El teorema que reza “a toda reacción le sigue una consecuencia” es Física, y también Filosofía, elemental. En los últimos años, la industria del cine ha seguido los pasos de las grandes producciones repletas de efectos especiales, anteponiendo la espectacularidad y los dividendos en taquilla a una buena historia. Una consecuencia de ello fue el movimiento independiente, propuestas innovadoras, y otra forma de ver y entender el cine.Red Road forma parte del proyecto Advance Party, una propuesta a priori muy interesante, que consiste en realizar tres películas basadas en unos mismos personajes creados por Lone Scherfig y Anders Thomas Jensen. La ópera prima de Andrea Arnold, ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2006, es la primera de estas cintas. Jackie (Katie Dickie) trabaja en el ayuntamiento de Glasgow vigilando atentamente las imágenes de las cámaras de seguridad repartidas por toda la ciudad. Un día, ve en su monitor a Clyde (Tony Curran), un hombre al que esperaba no volver a ver en su vida. Así, arranca lentamente una historia que muestra de lleno y sin tapujos las miserias del alma humana, que poco a poco va captando la atención del espectador hasta sumergirlo en una espiral de la que es imposible escapar. Al menos, sería imposible escapar si la película no transmitiera esa sensación tan molesta de artificiosidad. Amdrea Arnold cuenta la historia con cuentagotas, alimentando la intriga y ansiedad del espectador, pero lo hace saltándose algunas reglas.
El guión está repleto de trucos y golpes de efecto para provocar confusión, hacer creer lo que no es, desviando la atención de lo realmente importante. Cuando se disipa la cortina de humo tejida por Arnold, habrá quien la encuentre deliciosamente perversa, o habrá quien se sienta medianamente estafado. Y es que Red Road acierta en el fondo, pero falla estrepitosamente en la forma.
Red Road es ante todo una película poco honesta consigo misma y con el espectador, llena de trucos artificiales innecesarios que desvían la atención de su principal virtud, la historia.
Lo mejor: Su historia
Lo peor: La forma de contarla