Oceans 13
Me arrodillo figurativamente ante los fans de esta franquicia para retractarme en parte de mis presagios sobre ‘Ocean’s 13 (Thirteen)’.El agorero que os escribe había infravalorado anticipadamente este filme al considerarlo como una estirada repetición de la fórmula, una cinta prescindible e innecesaria, y un futurible sacacuartos.
Hoy, una vez vista, sigo pensando casi lo mismo, pero confieso que no me ha dolido nada pagar por disfrutarla. ‘Ocean’s 13 (Thirteen)’ es para mí una buena película porque me ha dado justo lo que yo quería: diversión. Pero, si nos ponemos a comparar, … no llega a la maestría de ‘Ocean’s Eleven’ (la de 2001).
Lo que está claro es que a ‘Ocean’s Twelve’ la barre. Son la noche y el día. Es la contraposición entre el aburrimiento y la complejidad, y el divertimento y la simpleza. Parece mentira que las dos secuelas hayan sido realizadas por el mismo director y (casi) los mismos actores.
En la segunda entrega Soderbergh nos acribilló con largos preámbulos, enrevesados planes y subtramas, y complejos diálogos que parecían que no llevaban a ninguna parte.
Este último ‘golpe’ es completamente lo contrario. Ahora todo es infinitamente más sencillo: la banda de Ocean actúa de nuevo sólo y exclusivamente por venganza, y nada más. Intentarán recuperar el honor de uno de sus miembros, Rebuen, al ser timado por Willie Bank, el pretencioso y codicioso dueño de un hotel-casino que está a punto de inaugurarse en Las Vegas. El objetivo: dejarlo en banca rota y tirar por los suelos su prestigio. El principal obstáculo: el supuestamente infranqueable superordenador llamado ‘Greco’ que supervisa y controla hasta el mínimo detalle todo lo que ocurre en dicho recinto.
Bajo este planteamiento la película se desarrolla con una estructura sumamente ordenada, fluida, ágil y sin giros extraños de esos que le gustan a su director. Empezando por los impacientes preparativos del plan, pasando por la entretenida puesta en práctica de dicho plan, y terminando con el sorprendente, que no imprevisible, colofón de la venganza, todo pasa ante nosotros de manera exquisita … pero simple.
Esa simpleza es la que priva a esta película de pasar la prueba con nota, quedando muy lejos de ser excelente.
Por una parte, toda la trama transcurre sin apenas contratiempos. A la banda de Ocean le sale casi todo bien, y lo que no lo arreglan al instante; y, además, de manera esperada, con lo cual no hay una mínima tensión en las escenas que te pueda tener inquieto en la butaca. Sólo disfrutas tranquilamente y con placidez viendo cómo los chicos, con evidente facilidad, le van dando palos por todos lados al despreciable de Bank.
Aparte de esto, no existe profundidad en los personajes. Cada actuación puntual de cada actor dura muy pocos minutos, lo cual agiliza el desarrollo de la película pero deja al público sin poder saborear el arte que tienen tíos como Don Cheadle, Bernie Mac, o Elliot Gould, por poner tres ejemplos.
Pero eso es lo que tiene el ‘overbooking’ de estrellas. Si le dieras metraje una a una para lucirse la película no duraría dos horas sino seis. Por eso Soderbergh ha elegido esta vez, con acierto, la acción antes que el diálogo kilométrico.
Es palpable que quienes parten el bacalao en esta entrega son los secundarios, que son las piezas fundamentales para que funcione bien el plan. Ah, y Matt Damon que al menos se le ve con más frecuencia.
Los amigos George Clooney y Brad Pitt, se pasean por el filme como auténticos floreros, siendo flagrante la escasa participación que tiene el amorcito de la Jolie en la trama de esta secuela. Al menos a Clooney se le ve que hace con algo de interés su papel de supervisor, pero Pitt ha sacado una buena tajada con esta película porque ha puesto el cazo sin apenas despeinarse.
Además, he echado de menos una presencia femenina más destacada. Reconozco que Ellen Barkin es un cañonazo físicamente; es impresionante lo espectacular que está ésta mujer a sus 53 años, y quisiera ver yo a cualquier jovencita enfundarse los vestidos ajustados que me lleva tan bien en la película. Pero no tiene el glamour y la prestancia del resto de féminas que han intervenido en la saga, dícese Julia Roberts y Catherine Zeta-Jones.
Para el final he dejado al maestro Al Pacino. Ya dije que él iba a ser uno de los motivos por los que vería esta cinta. Y no me ha defraudado; lo que ocurre es que se ha visto comido por la rápida dinámica impuesta por Soderbergh, y su actuación se ha quedado corta para hacer un lucimiento apoteósico. No obstante, también dije que este hombre llenaba la pantalla incluso mudo y en eso no me he equivocado.
Andy García es una anécdota.
En fin, que a pesar de que Soderbergh ha bajado un peldaño en cuanto a buen hacer respecto a su ‘Ocean’s Eleven’, ha sabido dar a esta secuela un lugar reconocido en la saga. Para mí el segundo mejor film de la franquicia.
Si lo que os priva es el glamour, los lujos, la buena música (alucinante B.S.O.) y pasar un rato entretenido sin comeduras de olla, ésta es vuestra película. Recomendable 100%.