Oceans 13
Hace seis años el irregular director Steven Sodebergh dirigió una película titulada Ocean’s Eleven, un magnífico entretenimiento de primerísima calidad con un reparto inmejorable, encabezado por el trío Clooney-Pitt-Damon. Tres años después, al ver el exitazo que supuso la primera parte, se propuso a dirigir la secuela, que a mí, personalmente no me desagradó, pero tampoco me dijo nada nuevo. Y efectivamente, tras el segundo éxito, Sodebergh no dudó en reunirse otra vez con todo el equipo, con el que parece que se lo pasa de perlas, y realizar la tercera parte: Ocean’s Thirteen.Podríamos decir que esta película es totalmente innecesaria. Es más, yo creo que con la primera parte de la -por ahora- triología, ya teníamos bastante. Ya en Ocean’s Twelve el guión empezaba a caer en la tentación de la sencillez, pero es que en la tercera entrega el argumento es tan simple como inútil. Aún y así, gracias a la original puesta en escena de Sodebergh y un reparto que se lo pasa en grande, Ocean’s Thirteen se deja ver, es más, es un entretenimiento que vale la pena ver, aunque sólo sea para pasar la tarde. Lo bueno de la película es que pese a tener un flojísimo argumento con acciones realmente estúpidas e incomprensibles, no cae en la peor trampa que una película como esta puede caer: el aburrimiento. Aunque Sodebergh hubiera conseguido el gran nivel de la primera si hubiera contado con una sólida base y si se hubiera dejado de tantos diálogos inútiles e ido más al grano. He de reconocer que, pese a no ser nada aburrida, la película llega a cansar en algún momento por ser tan liosa y a la vez tan simple. Me explicaré: puede parecer, como pasaba exáctamente en la segunda parte, que resulte muy complicada de entender, pues el listillo de Sodebergh se salta muchas explicaciones (en algunos casos) y hace entender al espectador que lo que está ocurriendo es sumamente complejo. Pero no os engañéis, esta fórmula (con intenciones económicas, por supuesto) que el director utiliza, no es más que un engaño. Sí, nos podremos creer que todos los robatorios son increíbles y muy complicados, pero en realidad no es más que un simple y puro entretenimiento, y no hay que buscarle, de ningún modo, la lógica, más que nada porque en realidad no la hay. Si vas a ver Ocean’s Thirteen, no vas a pensar, vas a entretenerte. Y si no te enteras de nada, es porque está -un poco- mal explicada, y no porque seas tonto. Reconozco que hay momentos en los que no entendía nada de lo que estaba pasando, pero es que creo que esto es lo que quiere Sodebergh.
Como decía, el reparto se lo ha pasado en grande rodando esta película. ¡Y ya se nota! Casi todas las escenas son de humor, y ahí es donde se nota esa chispa inevitable que tienen los actores y sus diálogos absurdos, pero a la vez muy eficaces. Me da la impresión que esta película es una tomadura de pelo, pero no sé cómo, pero me ha conseguido enganchar. Y así como la primera parte tenía un cuidado guión y unos personajes muy bien dibujados, aquí estos dos aspectos se pierden por completo, y aún y así (no me cansaré de decirlo), es increíblemente amena de ver. Entre los actores hay química y hay varias secuencias realmente divertidas, y otras, por supuesto, patéticas (el cambio de las joyas y Vincent Cassell en la azotea… Quien la haya visto ya me entenderá). Sí, Ocean’s Thirteen es innecesaria, sencilla, menos lujosa (por mcuhos casinos que aparezcan) que la segunda (ya no digo nada en comparación con la primera, pues podría pasarme párrafos comparándolas y, efectivamente, Ocean’s Eleven ganaría en todo).
Y es que junto a su entretenimiento y la química entre los actores, hay otro punto destacable y que va totalmente a parte, y es la incorporación de dos grandes y veteranos actores que son Al Pacino y Ellen Barkin (que casualmente trabajaron juntos en la intersante Melodía de seducción). Ellos triumfan incluso más que Danny Oce…perdón, George Clooney y su pandilla. Ellos son los villanos más divertidos y peculiares de las tres películas, incluso más que el divertido y a veces excelente actor Andy Garcia (atentos a la frase que suelta sobre la sombra que hace el hotel de Pacino a su piscina). Entre éste y Barkin también hay química, aunque apenas tengan la simple relación de jefe-secretaria. Aunque yo creo que destacan más por sí solos que juntos (genial la escena de ella con Matt Damon). Aunque evidentemente no despreciaría la actuación de toda la pandilla, a la que se les une el siempre presente por ahí y ya mencionado Garcia. No mencionaré a todo el equipo porque son muchos, aunque encuentro a faltar la presencia de Julia Roberts (que apareció en las dos anteriores) y Catherine Zeta Jones (que sólo salía en la segunda y su papel era muy interesante, pese a que ella sea una mala actriz), las cuales proporcionaban ese aire femenino que destacaba por encima de toda la pandilla masculina. Aunque también es verdad que Barkin lo hace igual o más bien que las otras dos.
En resumidas cuentas, una película entrenida y nada más, con un reparto de auténtico lujo y, desafortunadamente, un estilo menos cuidado y más sencillo que el de las dos anteriores entregas. Recomendada para un viernes por la tarde, en el cual no tengas ganas de pensar y sí divertirte. Eso sí, una cuarta parte ya sería demasiado. Es más: esta tercera entrega ya me ha parecido totalmente innecesaria.
Lo mejor: Pacino y Barkin.
Lo peor: Que carezca, al igual que la segunda, de la magia de la primera.