La fuente de la vida
El cine actual sufre una grave crisis creativa, cada vez son menos las películas que pueden ser consideradas originales, y por contra abundan las copias, remakes o nuevas versiones de anteriores films. Este problema es especialmente agudo en Hollywood, aunque no se puede saber a ciencia cierta si es por escasez de guionistas con ideas o por la escasez de productores que se animen a llevar adelante propuestas diferentes e innovadoras.Pero también es cierto que hay algunos directores que se encuentran en el polo opuesto, que en su desesperada búsqueda de la innovación y la originalidad, se pasan de los límites cinematográficos. Y Darren Aronofsky es uno de ellos sin ninguna duda. Intentar explicar de qué va La Fuente de la Vida es casi tan difícil como calcular hasta el infinito el número Pi, una tarea a todas luces comparable a los trabajos de Hércules. La película nos cuenta básicamente una historia de amor, de una pérdida y de la búsqueda de una fuente que evite esa pérdida. La Fuente de la Vida se divide en tres historias, siendo la “real” la más potente, interesante y mejor armada de todas; en ella se encuentran los mejores momentos del film, algunos de una gran visceralidad. El cuento truculento del conquistador y la Reina Isabel de España en el siglo XVI (gran virtud el mostrar desde el principio que es una visión totalmente ficticia de la Historia) está bien construido, y consigue atrapar al espectador con esa búsqueda del mito de la fuente de la eterna juventud. En la tercera historia Aronofsky es donde falla por completo, ofreciendo divagaciones metafísicas sin sentido, y la teórica poesía y belleza de este tercer cuento son totalmente inapreciables, convirtiéndose en un pesado lastre más que en una ayuda. Lo cierto es que los primeros veinte minutos, en los que se entremezclan las tres historias sin ton ni son, dejan desconcertado hasta al espectador más entusiasta. Pero a medida que la narración se vuelve más lineal y lógica, la película mejora notablemente. Sin embargo, cuando se acerca la hora de la verdad de cualquier historia, a Aronofsky se le apagan las luces, y ofrece un final que echa por tierra los logros anteriores.
Lo mejor de La Fuente de la Vida, además de su corta duración, es el magnífico trabajo de Hugh Jackman, que continúa demostrando sus grandes dotes interpretativas. Por su parte, Rachel Weisz (pareja en la vida real de Darren Aronofsky) también realiza un buen trabajo, con la gran naturalidad que siempre le ha caracterizado.
Lo mejor: Hugh Jackman, Rachel Weisz y la historia real.
Lo peor: La historia metafísica.